Seis meses perdidos
El supuesto cadáver político que era Rajoy goza de su mejor salud tras el bloqueo del 20-D, con todos sus rivales en peor situación comparativa que él
Lourdes Pérez
Lunes, 27 de junio 2016, 06:47
Nunca sabremos qué habría sido de estas elecciones sin el 'Brexit', y ya nadie está como para creerse explicaciones demoscópicas ante el estrepitoso fracaso de ... las encuestas. Es más que posible que los nuevos nubarrones que se ciernen sobre la economía tras la salida de Reino Unido de la UE hayan terminado de decantar voluntades hacia el PP y, en menor medida, hacia el PSOE frente a la desconfianza, los recelos o directamente el miedo que provoca en sectores del electorado la alternativa de Unidos Podemos. Pero el escrutinio de anoche no deja de ser la última piedra en el camino que en algún momento después del 20-D empezó a trazar Mariano Rajoy para retener La Moncloa en contexto más delicado para los populares y para su propio liderazgo. La estrategia pasaba por dejar pasar el caliz de una investidura que sabía fallida, aferrarse a los resortes del poder -singularmente ante Bruselas-, aguardar a las disensiones de la izquierda y empezar a vaciar el caladero de Ciudadanos una vez que Albert Rivera optó por abrazar el pacto con los socialistas. Todo ello requería temple frente a los nervios de los suyos y bastante flema, ante la gota malaya de la corrupción y hace apenas cinco días, el bochornoso escándalo de las escuchas al ministro de Interior. A cualquiera le hubieran tumbado semejantes desaguisados, pero Rajoy ha llegado hasta aquí, hasta los 137 escaños que le invisten en la práctica con el traje presidencial, después de haber sobrevivido a un seísmo como el caso Bárcenas. El resultado es que el supuesto cadáver político goza ahora de la mejor salud del último medio año, que puede acabar siendo un tiempo perdido inútilmente para la gobernabilidad del país dado que el ganador del 20-D ha afianzado sus opciones con una rotunda victoria y todos los demás han empeorado su posición con respecto a él sin que se vislumbre un recambio al PP viable. Rivera quiso encarecer ya desde anoche la negociación, pero Rajoy tiene menos motivos hoy que ayer para regalarle su cabeza.
Habrá gobierno y presumiblemente para agosto, porque ni Europa ni la economía española pueden permitirse prolongar la interinidad. La incógnita es si el predecible gobierno del PP será con la soledad de sus escaños o en compañía de otros: la misma que podía haberse solventado después del 20-D. Los denodados intentos por encabezar un 'gobierno del cambio' en estos meses y la consolidación del PSOE como referente de la izquierda frente al frustrado 'sorpasso' del PSOE afianzan a Pedro Sánchez al frente de su partido. Pero poco más. De nuevo, las pésimas expectativas de la campaña han servido a los socialistas para maquillar el que vuelve a ser el peor resultado de su historia. Pero bajo el alivio de haber resistido al 'sorpasso', los números constatan que los socialistas salen peor parados de este 26-J que del 20-D: pierden cinco escaños, suman menos a la izquierda, el pacto con Ciudadanos se ha desgastado y el PP es el único que sale reforzado de la reiteración electoral.
El consuelo de los socialistas es el rostro de pesadumbre con que compareción Pablo Iglesias, derrotado en sus perspectivas de asaltar el cielo de la izquierda española y en una arrogancia que ha torcido la sonrisa de Unidos Podemos. La bula con que el electorado venía respondiendo a los vaivenes del partido morado se ha truncado. De aspirar a ser la fuerza estatal galvanizadora de los 'pueblos de España', la coalición se ha quedado como la gran sigla periférica en Euskadi y Cataluña. Twitter @LourdesPerez_DV
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