Las mejores ciudades europeas para disfrutar al máximo de la Navidad

Mientras, calles y rincones multiplican su belleza. Las luces navideñas decoran las arterias principales de cada urbe y los árboles de Navidad, gigantes, engalanan las plazas principales acaparando todas las miradas y dejando hueco a los tradicionales mercadillos navideños. En ellos, decenas de casetas de madera se agolpan de forma delicada convirtiéndose en los centros neurálgicos durante todo un mes.

La pasión alemana por la Navidad resulta incomparable, sus ciudades y pueblos se vuelcan en estas fechas para llenar de encanto las calles. Núremberg, ubicada en el estado de Baviera, al sureste del país, es el mejor de los ejemplos. Allí las fiestas navideñas alcanzan su máximo apogeo entre el encantador ambiente medieval que se respira en cada uno de sus rincones y la ilusión de sus gentes.

Si por algo se conoce a esta localidad es por su mercadillo de Navidad, el más famoso y bonito del mundo. Un pequeño poblado de aproximadamente 180 puestecitos construido a base de casetas de madera que se instala, cada año, en la Plaza del Mercado. En ellos se pueden encontrar objetos de decoración navideña, artesanía trabajada a mano, dulces típicos, comida rápida, vino caliente y productos gourmet. Es típico degustar allí el pan de especias, el vino caliente especiado, los perritos calientes con salchichas alemanas y las galletitas de jengibre. Todo ello perfectamente iluminado.

La capital de Estonia se levanta al norte del país albergando en su interior un entramado medieval en perfecto estado de conservación, un verdadero tesoro en forma de ciudad de cuento de hadas. Su encanto alcanza el clímax en periodo navideño, cuando las luces y la decoración invaden las calles. Vías empedradas que, muy probablemente, se tiñan de blanco, pues la caprichosa nieve también suele formar parte del decorado.

Tallín es considerada como una de las ciudades más hermosas de Europa y no es para menos. La plaza de Ayuntamiento acoge cada año a más de 50 puestos en un entorno escoltado por edificios que son verdaderas obras de arte. De nuevo destacan los productos locales y trabajados a mano, desde artesanía de cristal hasta alimentos pensados para entra en calor, como el vino caliente o la bollería típica. Además, puede presumir de albergar el árbol de Navidad más antiguo del mundo.

La ciudad de Estrasburgo se levanta en la zona noreste del país galo, haciendo frontera con Alemania, de la cual tan solo le separa el cauce del río Rin. Declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, conserva un patrimonio excepcional fruto de la evolución de la ciudad desde la época romana hasta la actualidad. Canales rodeados de casas entramadas y obras de la talla de la catedral de Notre Dame son algunos de sus puntos más interesantes.

Se afianza como la «capital» navideña de Francia, y razones no le faltan, allí se vive de una manera muy especial. Mezcla las tradiciones locales con la pasión germana. Además, puede presumir de albergar el mercado navideño más antiguo de Francia, el cual se remonta a 1570. Conocido como Christkindelsmärik, ofrece la posibilidad de degustar la exquisita repostería tradicional, el habitual vino caliente y los deliciosos embutidos de la zona.

La encantadora ciudad de Salzburgo se sitúa en Austria, haciendo frontera con Alemania. Atravesada por el río Salzach, puede presumir de ser la ciudad natal de Mozart. Su casco antiguo está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, título que pone en valor el complejo entramado urbano que forma el centro de la urbe.

En época navideña sus calles se engalanan para recibir la visita de turistas y curiosos que junto a la población local llenan las plazas y vías más importantes. La nieve suele hacer acto de presencia dejando a su paso un delicado manto blanco que tiñe suelos y tejados embelleciendo aún más el momento. El eje central de la celebración lo conforma el tradicional mercado navideño conocido como Christkindlmarkt. Se encuentra al pie de la fortaleza de Hohensalzburg , rodeando de la catedral de Salzburgo. Allí, decenas de casetas de madera ofrecen suvenires navideños, artesanía y alimentos para entrar en calor.