Derecho a ganar y a perder
El éxito de Euskadi no ha sido el triunfo en la Copa de Naciones de cesta punta, sino haber conquistado el derecho a ganar y ... el derecho a perder como cualquiera, largamente reclamado por amplios sectores de la sociedad vasca. El mismo día en que alguien se levantó de una mesa para no escuchar hablar en euskera, el desenlace del torneo del Jai Alai de Gernika se desarrolló con la naturalidad que era evidente para todo el mundo, menos para quien, sin hacer caso a la realidad, quería otra cosa. Euskadi ha jugado contra España tres partidos. Ha ganado y ha perdido, y no se ha roto nada.
Si carece de sentido el alarmismo de algunos seguidores de la selección española, también está fuera de lugar la lectura naíf de los favorables al equipo de Euskadi que dicen que esto ha sido solo deporte y no hay que mezclarlo con política, porque si algo ha sido este torneo es un episodio político. Que Euskadi juegue es la realización de una voluntad, no un fenómeno meteorológico; que no haya podido competir hasta ahora también lo es.
Sostener que no hay que mezclar deporte con política es estar fuera de la realidad. Todos los políticos de todos los países explotan los éxitos en interés propio. El deporte no es inocente y es altamente simbólico que haya sido la pelota, el deporte de país por excelencia, la que haya abierto el camino. Que Euskadi tenga su lugar en el deporte que lleva su nombre por todo el mundo no resta, sino que suma. Como se ha comprobado estos días en Gernika, la decisión de admitir a la Federación Vasca como miembro de pleno derecho de la Internacional no obliga a nadie a renunciar a nada.
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