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Donde nace el viento

Disuadir

El término «disuasión», para los mayores de cincuenta, que somos legión, tiene un sabor antiguo, incluso rancio

Sábado, 17 de agosto 2024, 02:00

Persuadir o disuadir, he ahí la gran y decisiva cuestión. Persuadir a los visitantes de que no accedan al centro de la ciudad en sus ... vehículos, o disuadirlos de que lo hagan. El término «disuasión», para los mayores de cincuenta, que somos legión, tiene un sabor antiguo, incluso rancio. En los hogares de la post-postguerra, a los niños de entonces, más famélicos que orondos, se les daba aceite de ricino, o de hígado de bacalao, para compensar la falta de vitaminas o para suplir las consecuencias de la siempre escasa y, de tanto en tanto, muy mala alimentación. En los nodos se hablaba del armamento disuasorio, desplegado por no sé qué potencias, para evitar la escalada final y suprema, la que sacaría a la tierra de sus goznes y la enviaría al espacio, o lo que allí hubiera. De ese lugar, según la mitología de la época, vendrían los aviesos invasores a apoderarse de nuestras riquezas (como si tuviéramos alguna), y había que disuadirles, con armas aún más sofisticadas que las de los enemigos. Fue el tiempo en que los héroes llevaban capa y volaban, las personas normales se volvían invisibles y los espías jugaban a uno y a otro lado del telón de acero.

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