Una opción de país
La conexión del TAV con Navarra a través de Ezkio-Itsaso es la más competitiva para que la necesaria infraestructura de la alta velocidad sea realmente competitiva
En los últimos días tanto la Cámara de Gipuzkoa como Adegi se han pronunciado a favor de la conexión del Tren de Alta Velocidad con ... Navarra a través del enlace de Ezkio-Itsaso. Se trata, según coinciden, de la opción más competitiva. Una apuesta muy relevante para el desarrollo de las empresas de nuestro territorio y del conjunto de Euskadi en una coyuntura en la que la Y ferroviaria constituye una infraestructura esencial que requiere decisiones valientes pensadas en el futuro de las próximas generaciones. La reducción de tiempos –Donostia-Pamplona en 44 minutos y Bilbao-Pamplona en 39 minutos por Ezkio-Itsaso frente a los 69 y 56 minutos a través de Vitoria– supone un argumento clave. La conexión directa con un territorio limítrofe con Navarra y el eje mediterráneo es una evidente ventaja frente a la situación de 'aislamiento' actual. Si queremos ser un territorio atractivo, necesitamos tener una visión de largo plazo. Eso es tener visión de país, una visión estratégica de Euskadi más allá de cortoplacismos y de disputas territoriales que son estériles.
Las posiciones de las fuerzas vivas de la economía guipuzcoana han puesto acertadamente el foco estos últimos días en esta vertiente, a la espera de que se conozcan los informes técnicos con todas las variables. Mientras estos datos siguen sin llegar, el debate se ve mediatizado por algunas declaraciones a favor del trazado de Vitoria. Lo que necesita ahora este asunto es serenidad y rigor. Si se trata de defender la alta velocidad como elemento tractor de la competitividad, que es una de las razones que justifican la apuesta por el TAV, la alternativa de Ezkio-Itsaso resulta la más coherente, eficaz, sostenible y defendible medioambientalmente frente a la de Vitoria, tal y como explicó el Gobierno Vasco en sus alegaciones técnicas de 2018, apuntando incluso a una tercera vía que bordea Aralar aún con menos impacto. El retraso histórico del proyecto exige una profunda autocrítica desde la Administración del Estado que, a través de los gobiernos de diferente color, impulsa la iniciativa. Y la banalización del debate, sin esperar a una evaluación de todos los criterios económicos y medioambientales, es un ejercicio de superficialidad. La discusión debe centrarse sobre conceptos como la viabilidad en términos de movilidad de las personas y mercancías, la sostenibilidad, la vertebración del territorio y la reducción de costos logísticos del sector industrial y su conexión con los corredores ferroviarios del resto de España. El debate más racional obligaría a analizar todos estos factores.
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