Olas de calor, golpe de realidad
El cambio climático es un golpe de realidad que obliga a introducir severas correcciones en nuestro modo de vida para adaptarnos a un calentamiento global ... que, lamentablemente, acaba de saldarse con el junio más cálido desde que hay registros –en la playa de La Concha, la temperatura del mar ha alcanzado las cifras más altas desde 1947–. Los ajustes deberían ser dobles. Por un lado, soluciones sobre la descarbonización para no cejar en el empeño mundial de frenar las temperaturas, un fenómeno que provoca olas de calor cada vez de mayor gravedad y en progresión creciente. Solo en Euskadi podrían estar detrás de la muerte de 26 personas el mes pasado –380 en el conjunto de España–. Su capacidad letal es razón más que suficiente para que administraciones y empresas extremen los controles, en lo que sería el segundo paquete de medidas contra la crisis del clima: la prevención de daños. Es palpable la necesidad de adecuar los protocolos en ámbitos laborales, escolares y sanitarios para evitar exposiciones a tórridos registros, y preparar nuestros municipios para alertas meteorológicas cada vez más en rojo. Las islas de calor, en demasiadas ocasiones meros brindis al sol, la planificación urbanística y la refosteración real ante tanto asfalto son mejoras pendientes.
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