Cita en Waterloo
La opción de la investidura de Sánchez está hoy un poco más cerca tras la inesperada reunión de ayer entre Ortuzar y Puigdemont
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se reunió ayer por espacio de dos horas y media con Carles Puigdemont. El encuentro sirvió para estrechar las ... relaciones entre los jeltzales y Junts, que tienen la llave maestra para que prospere la legislatura de Pedro Sánchez, lo que ha abierto una tormenta política por tierra, mar y aire contra las concesiones que el PSOE y Sumar tienen que realizar para seguir en el poder. La reunión, en sí misma, allana el camino del candidato socialista a su reelección como presidente pese a los graves escollos que rodean las condiciones expuestas por el número uno de Junts para que el Partido Socialista presente una propuesta de ley de amnistía como condición previa para abrir la negociación de investidura. Una idea que, aunque se desconoce su contenido preciso, suscita notables dudas jurídicas y una amplia contestación social y política. Pero la cita engrasa la expectativa de esa investidura, rodeada de dificultades, como lo demuestra la gran polémica que se ha abierto, y que genera a su vez la inquietud en determinados ámbitos del PSOE. Los jeltzales quieren jugar esta partida, conscientes de que, aunque los ritmos y los tiempos son muy diferentes entre Euskadi y Cataluña, pueden jugar un papel determinante de influencia para que Junts al final se implique en la negociación y module su tabla reivindicativa para facilitar un nuevo ciclo político.
O Puigdemont rebaja su mensaje, hace autocrítica de sus errores y asume un compromiso con la legalidad de cara al futuro, –y se desprende de paso del discurso deslegitimador del sistema democrático que le ha acompañado hasta ahora– o puede frustrarse esta oportunidad. Puigdemont es rehén de sus propios discursos de dureza, pese al notable desfondamiento social del soberanismo, como se vio en la Diada. En su posición se entremezcla el maximalismo ideológico, su rivalidad con ERC y su resentimiento hacia el Estado constitucional español. Pero a la vez, Puigdemont tampoco puede desaprovechar una oportunidad histórica que le brinda la aritmética parlamentaria, y forzar sus exigencias como si fueran un 'trágala'. La negociación puede salir adelante o puede encallar pero el expresident, más temprano que tarde, deberá hacer un ejercicio de realismo si no quiere hundir sus propias expectativas desde una rigidez políticamente suicida. Todo está aún muy abierto, y pueden pasar todavía muchas cosas. Pero la investidura de Sánchez, a día de hoy, se coloca un poco más cerca.
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