Así, en general, no sé por qué la gente quiere conocer a otra gente. Yo no habría querido conocer ni a Maureen O'Hara aunque ... hubiera tenido la oportunidad. Mónica Naranjo dice, después de recordar la cantidad de amigos homosexuales que tiene, que le encantaría comer un día con Abascal para preguntarle qué ha pasado en su vida y que él le preguntara qué había pasado en la suya, para comprenderse, para poder compartir. Me da que Santi Abascal no la representa. Según Felipe González, «los jóvenes sienten orfandad representativa, que les aleja del deseo de votar». Y que también él la tiene. Pero, hombre, eso debe de ser lo normal, no lo anormal. ¿Cómo va a sentirse uno representado con lo que tenemos de candidatos? Entre grandes pensadoras soy más de Cristina Pedroche que de Mónica Naranjo. A ella le hubiera encantado conocer a Hitler «por saber cómo se movía». Hombre, a Hitler sí. A ver Adolf, ¿qué ha pasado en tu vida?
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