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El arte del compartir

Ortega y Gasset denominaba 'conllevanza' al modelo de convivencia política de Cataluña dentro del Estado

Domingo, 13 de octubre 2019

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La persona entendida como un ente individual, separada y abstraída de los demás y de su contexto espacial y temporal, no tiene sentido, ya que es relacional en su propia esencia. Solo se puede comprender en relación con otras personas y con su entorno -'la persona en relación con'-, articulando y formando parte de diferentes organizaciones, que representan formas y expresiones del compartir, ya que al relacionarse se comparte. Por otro lado, de manera natural, nos sugiere la importancia de la cooperación.

Compartir es participar en algo. Implica un diálogo entre la diferenciación -lo original de cada uno- y la integración -propia del conjunto-, lo que entraña complejidad. Una complejidad mayor cuanto mayor es la diversidad involucrada y la intensidad del compartir. Pues bien, en la medida en que el compartir demanda un compromiso a las partes con respecto al marco de referencia, al propósito y al lenguaje, la intensidad de ese compromiso explicará la intensidad del compartir.

El 'marco de referencia' es el contexto de la relación, incorporando los paradigmas que explican las relaciones económicas, sociales y políticas. Es una dimensión contextual compartida por los sujetos de las relaciones y situadas en un espacio y tiempo determinados. Así, por ejemplo, los modelos de sociedad, modelos económicos, reglas de comercio, formas de organización política e institucional, valores y principios comúnmente aceptados... son aspectos que afectan al propósito del compartir -se comparte para algo-. El 'propósito' refleja un futuro común imaginado, con el que nos identificamos y comprometemos. Por último, el 'lenguaje' expresa la capacidad de comunicar y articular un relato acerca de un propósito en un marco general, con potencial para activar las relaciones entre las personas que las lleven a compartir.

Así pues, las relaciones generan distintos vínculos según el grado de intensidad con el que se comparten marcos, propósitos y lenguajes, dando lugar, de menor a mayor intensidad, a diferentes expresiones del compartir: coexistencia, convivencia, intercambio, armonización, coordinación, colaboración y cooperación.

'Coexistir' es existir a la vez que otra persona; implica una existencia simultánea. Se puede compartir el espacio y el tiempo y poco más. Se acepta la existencia del otro, compartiendo algunos aspectos del marco de referencia, como las reglas que permitan una organización de la sociedad y el control de la violencia. No se comparte propósito ni lenguaje. La 'convivencia' es más intensa que la coexistencia. Convivir es vivir en compañía de otro u otros, cohabitar. Se comparten, además del espacio y el tiempo, aspectos del marco general -relacionados con valores y modelos de sociedad- y el lenguaje en un cierto grado; pero no así el propósito. Una forma de convivencia más intensa, sin que llegue a constituir una categoría propia, podría ser lo que Ortega y Gasset denominaba 'conllevanza', al referirse al modelo de convivencia política de Cataluña dentro del Estado. Si conllevar supone sufrir, soportar las impertinencias o el genio de alguien, podemos intuir el alcance que se daba a esta expresión de relaciones políticas.

El 'intercambio' implicaría mayor intensidad al compartir marcos, propósitos y lenguajes, ya que incorpora el principio de reciprocidad entre las partes. Un nivel más intenso se produce en la 'armonización', que es el resultado de la búsqueda de armonía para que las partes de un todo no se rechacen en tanto en cuanto deban concurrir a un mismo fin. Implica compartir el marco general y asumir el perímetro de un propósito común con un lenguaje compartido. Un paso más lo constituye la 'coordinación', que supone unir dos o más cosas de manera que formen una unidad o un conjunto armonioso.

Y llegamos a la 'colaboración', que lleva trabajar con otro o ayudarlo en la realización de una obra, lo que supone una mayor intensidad en compartir el marco general, el lenguaje y el propósito, aunque no suponga un compromiso pleno. Así, se puede colaborar en algo, contribuyendo a la buena marcha de un proceso aunque no se comparta plenamente el propósito último del mismo. En la colaboración se contribuye a que otros, para los que se colabora, consigan su propósito.

Por último estaría la 'cooperación', en donde se obra conjuntamente con otros para un mismo fin. Aquí se comparte, en su máxima expresión, el marco general de referencia, el propósito y el lenguaje. El propósito final de todos los participantes es el mismo y se utiliza un lenguaje común para construir un relato compartido.

Parece claro que el mayor grado en el arte del compartir se expresa en la cooperación, clave para progresar como personas y sociedad. Pero no es una cuestión fácil, ni científica, porque nadie ha dado todavía con el algoritmo de la cooperación, que nos permita prever lo que puede pasar y actuar para conseguir el efecto deseado. Así que lo de cooperar, como expresión máxima del compartir, parece más un arte que una ciencia, porque no está nada claro cómo se hace, aunque los principios y valores, el conocimiento y aprendizaje, las tecnologías, el liderazgo y la confianza prometen ayudarnos a explicar el fenómeno. En todo caso, no estaría de más que cuando nos aproximemos a compartir algo con alguien pensemos un poco en cuál es la expresión del compartir por la que apostamos y el compromiso que eso supone.

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