Josu Ternera: ¿fundido a negro y pitido?
Cuando el director de un periódico madrileño entrevistó a la cúpula de ETA, la primera pregunta fue: «¿Qué significado tiene para ustedes el mensaje navideño ... de 'paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad'?» Nunca sabremos si fue mayor la perplejidad de los tres encapuchados o la de los lectores del periódico, pero dudo de que ETA afrontara pregunta más estrafalaria en cuantas entrevistas concedió a lo largo de su historia. Que fueron muchísimas, anunciadas previamente a bombo y platillo, y publicadas luego sin problemas. Portada a cinco columnas y tres páginas de entrevista dedicó un periódico de Madrid a Zabarte Arregi, con más muertos encima que 'Jack el Destripador'. Nadie dijo nada, nadie recurrió a la Fiscalía. Que la proyección de 'No me llame Ternera' en el Zinemaldia genere indignación no significa que la cinta incurra en delitos que, en todo caso, ya serían juzgados. Presumir que los comete sin haberla visto y que, por lo tanto, ha de ser secuestrada es puro 'Minority Repor'. Porque la pregunta es: ¿Cuál es la alternativa a la que le entreviste un periodista? ¿Que le entreviste un propagandista? ¿Un doctorando de Ohio? ¿Que no le entreviste nadie? ¿Ni un historiador? ¿Alguien desde el mundo académico patrocina la peregrina idea de que el punto de vista del perpetrador es irrelevante?
Por cierto: aquella entrevista fue en 1988 y 'Josu Ternera' fue detenido en Francia como dirigente de ETA al año siguiente. Puede que la de Évole no sea ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta vez que Urrutikoetxea responde un cuestionario. Puede que sólo una de las primeras que concede ya como exdirigente de una organización extinta, lo cual tantas cosas explicaría.
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