
Un Aberri Eguna insólito
En la elección del Domingo de Resurrección influyó el paralelismo establecido entre Jesucristo y Sabino Arana, desde la muerte de este, por sus seguidores
JOSÉ LUIS DE LA GRANJA SAINZ
Domingo, 12 de abril 2020, 07:26
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JOSÉ LUIS DE LA GRANJA SAINZ
Domingo, 12 de abril 2020, 07:26
La grave pandemia del coronavirus ha provocado que este domingo de Resurrección sea el Aberri Eguna más raro de su historia casi centenaria por no ... poder celebrarse en público. Tan solo se va a conmemorar desde las ventanas y los balcones, engalanados con ikurriñas. A diferencia de otros eventos, no se ha planteado trasladar esta fiesta del nacionalismo vasco a una fecha posterior.
Sin embargo, hay dos antecedentes en la II República en los que el Aberri Eguna se retrasó unos meses por motivos políticos. El primero fue en 1935 debido a las secuelas de la revolución de octubre de 1934. Tuvo lugar en Pamplona el 30 de junio tras superar varios obstáculos: no pudo denominarse Aberri Eguna, por lo que se llamó Euzkadi Eguna, y estuvo prohibida la ikurriña, que fue sustituida por el lauburu. También se pospuso en la conflictiva primavera de 1936: se celebró el 31 de mayo en otra festividad religiosa, la Pascua de Pentecostés, y fue el primer Aberri Eguna no unitario pues lo organizaron las juntas municipales del PNV en sus pueblos.
No ha habido más excepciones. Incluso en la trágica coyuntura de la Guerra Civil y en los duros años de la posguerra durante el franquismo el Aberri Eguna se conmemoró el domingo de Resurrección de muy diversas maneras: en el interior, clandestinamente y en las cárceles (revista 'Espetxean'); en el exilio, con actos públicos en Cataluña (1938), en Francia (salvo durante la ocupación nazi en la II Guerra Mundial) y, sobre todo, en América en los centros vascos de la diáspora. Entonces dejó de ser una fiesta exclusiva del PNV y pasó a ser de todo el nacionalismo y también de las izquierdas integradas en el Gobierno Vasco en el exilio.
Cabe resaltar que esta fiesta es un ejemplo de lo que el historiador británico Eric Hobsbawm denominó «la invención de la tradición». Como demostré en el libro 'Ángel o demonio: Sabino Arana', el Aberri Eguna fue una tradición inventada como fiesta del PNV por algunos de sus dirigentes para conmemorar en 1932 lo que llamaron las «bodas de oro del nacionalismo vasco», por cumplirse ese año medio siglo de una conversación de los jóvenes Luis y Sabino Arana en su casa de Abando, elevando este hecho anecdótico a la categoría del 'Día de la Patria', cuando el nacionalismo vasco carecía de tal festividad, que ya tenían el catalanismo (el 11 de septiembre) y el galleguismo (el 25 de julio).
Sin embargo, el nacionalismo vasco no nació en 1882. Según el testimonio del propio Sabino Arana en su discurso de Larrazabal (1893), lo que su hermano mayor le descubrió en esa conversación fue que su patria no era España, como creía hasta entonces siendo carlista como su padre, sino Bizkaia; de ahí que su primer nacionalismo fuese bizkaitarrismo. Como es bien conocido, fue en los años 1892-1895 cuando Sabino Arana fundó el nacionalismo vasco en Bilbao con estos hitos: su libro 'Bizkaya por su independencia', su periódico 'Bizkaitarra', la constitución del 'Euskeldun Batzokija' y del PNV.
Además, esa célebre conversación no tuvo lugar la Pascua de Resurrección de 1882, porque ni Sabino la fechó en esa festividad cristiana, ni tampoco lo dijo su hermano Luis pese a presidir el primer Aberri Eguna y el PNV en 1932. En el discurso citado Sabino indicó que fue «una mañana» del año 1882, sin concretar el día, y así figuró en la lápida que Luis Arana descubrió en la que había sido su casa familiar, recién inaugurada como nueva sede del PNV (Sabin Etxea), el 27 de marzo de 1932, tras el multitudinario desfile de los jelkides por la Gran Vía bilbaína.
Fueron los principales artífices del primer Aberri Eguna, Ceferino Jemein y Manuel Eguileor, biógrafos de Sabino Arana, quienes decidieron celebrarlo el domingo de Resurrección, remarcando que era una fiesta política y religiosa del PNV: «fiesta nacional, y no laica, sino absolutamente confesional», con lo que quedaba excluida la aconfesional ANV, escisión del PNV en 1930. En su elección de esta relevante festividad cristiana influyó el paralelismo establecido entre Jesucristo y Sabino Arana, desde la muerte de este en 1903, por sus seguidores, que le rendían un culto casi religioso. Dicho culto a Arana culminó en el primer Aberri Eguna con la idea de la doble resurrección: «Se eligió la Pascua de Resurrección, porque fue la resurrección del alma vasca para Jaungoikua eta Lagi-Zarra (Dios y Ley Vieja), fue la resurrección de nuestra patria, el milagro que se operó en aquella mañana del año 1882».
El gran éxito de este primer Aberri Eguna, que fue un alarde de fuerza del PNV en la República española laica, hizo que continuase celebrándose en el domingo de Resurrección desde entonces (salvo en 1935 y 1936) hasta el insólito del día de hoy.
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