La 'velella velella', una especie inofensiva que también se ha detectado

Al igual que la 'carabela portuguesa', la 'velella velella', también conocida como vela de mar o vela púrpura, no es una medusa, pero su presencia en nuestras playas es «muy habitual», reconoce Ferrer. Durante la temporada de la anchoa, en el Golfo de Bizkaia se detectaron miles de ejemplares, por lo que la llegada ayer de cientos de ejemplares a los arenales guipuzcoanos no ha cogido por sorpresa a los expertos. De hecho, dicen, «hay más probabilidades de ver 'velellas' que 'carabelas' en esta zona, pero con la diferencia de que estas, afortunadamente, no pican».

Aunque si se trata de ejemplares muy pequeños pueden dar lugar a confusión, algo que mantiene en vilo a los socorristas de las playas a la hora de tomar la decisión de si prohibir o no el baño. Ferrer hace hincapié en que «no se parecen en nada, solo en que ambos son bimórficos y se mueven por el viento». Así como la 'carabela portuguesa' tiene una vela flotante que puede hincharse o deshincharse y unos tentáculos que pueden alcanzar los dos metros, la 'velella' es una especie de esqueleto gelatinoso de color azul cuya vela es transparente, más fina y rígida. Sus tentáculos, en este caso, son cortos, «tanto incluso que a veces ni se ven».

Así como las 'carabelas' pueden alcanzar los 15 centímetros de vela, una 'velella' adulta no suele superar los 6-7 centímetros. «Muchas de las que se recogieron ayer en La Concha eran del tamaño de una moneda de un euro, es decir, como máximo eran de 4 centímetros», detalla Ferrer. «Yo he llegado a tener en una uña cerca de 20 ejemplares. A veces son tan pequeñas que en el agua se confunden con las burbujas. Pueden llegar a ser milimétricas». Por norma general, su reproducción suele ser a partir de septiembre, octubre e incluso noviembre y lo hacen de forma masiva.