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Más de 5.000 personas viven en una veintena de municipios guipuzcoanos que no cuentan con ningún comercio. Son 19 localidades del territorio de menos ... de 2.000 habitantes donde no hay ni carnicerías, farmacias, tiendas de ropa, supermercados, sucursales bancarias o peluquerías. Debajo de esas cifras se encuentran, entre otros, la falta de demanda o las limitaciones geográficas que dificultan el establecimiento de comercios en estos pueblos.
Son los habitantes de Tolosaldea, en concreto quienes residen en Abaltzisketa, Albiztur, Alkiza, Altzo, Baliarrain, Elduain, Gaztelu, Hernialde, Ikaztegieta, Larraul, Leaburu, Orendain y Orexa, los que más dificultades tienen para comprar verdura o adquirir un medicamento, ya que no existe ni una sola tienda. La lista la completan las comarcas de Goierri (Altzaga, Gabiria, Gaintza, Mutiloa y Zerain), y Urola Kosta (Beizama). Sus vecinos se desplazan a diario a localidades cercanas para adquirir productos, en muchos casos básicos. Otros, esperan la llegada de un repartidor para recoger su pedido. Así es como funciona el aprovisionamiento en los municipios sin comercio, a través de servicios de proximidad, sobre todo para las personas mayores. Algo más favorecidos se encuentran el resto de localidades pequeñas (23), que sí cuentan con algún tipo de establecimiento, aunque en muchos casos sea sólo 1 ó 2.
Es la realidad que retrata el informe 'Comercios en los pueblos pequeños' elaborado por Eusko Ikaskuntza junto con el Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco, que analiza los retos a los que se enfrenta el comercio rural en Euskadi, así como otras formas de negocio, como el puerta a puerta, con el fin de diseñar políticas específicas que ayuden a mejorar la situación comercial en los pueblos pequeños. Que los hay y bastantes. De hecho, casi la mitad de los municipios guipuzcoanos (el 47%) tienen menos de 2.000 habitantes.
En general, la oferta comercial es «amplia y diversa» en la mayor parte del territorio, y su densidad comercial es relativamente «sólida» a diferencia de Bizkaia o Álava, que cuentan con mayores problemas en este sentido. Sin embargo, hay excepciones, como Tolosaldea, que cuenta con hasta 13 municipios –entre 100 y 540 habitantes– que no tienen ni un solo comercio. Según expone el análisis realizado, en esta comarca se identifican «ciertos desafíos», que pueden deberse a factores como «la ubicación geográfica y el número elevado de municipios menores de 400 habitantes». La falta de demanda, las limitaciones geográficas o una economía predominantemente agrícola o industrial son los principales factores que explican la ausencia de tiendas.
Así, Tolosa, Beasain, Ordizia o Zumarraga se convierten en «puntos de referencia clave» para los residentes de municipios de alrededor. Las distancias cortas entre pueblos permiten a sus vecinos desplazarse con facilidad para realizar sus compras, sin embargo, el informe destaca la «importancia» de tener servicios básicos en el municipio de residencia, ya que «contribuye a la calidad de vida de los habitantes y al desarrollo sostenible de los pueblos pequeños».
Esta configuración demográfica se replica en Euskadi, donde 144 municipios (el 57%) son considerados pequeños de los 251 que conforman los tres territorios vascos. Aunque solo concentran al 5% de la población, 111.073 personas, el comercio local en estos pueblos «no solo es un servicio básico, sino que juega un papel vital en la vida cotidiana de las comunidades rurales». Y es que no solo son lugares donde adquirir productos. «Son puntos de encuentro y socialización en los pueblos, donde se crean vínculos entre vecinos», según se extrae del estudio realizado.
A pesar de su importancia, en los últimos 15 años han desaparecido 160 comercios en estas localidades (pasan de 706 a 546), lo que revela «las dificultades» a las que se enfrenta el comercio local, como «el cambio de hábitos» en un consumidor que prioriza «el precio y la variedad, factores que favorecen a las grandes superficies y al comercio electrónico». En este sentido, hay comercios que aún no se han digitalizado, bien porque cuentan con una clientela local estable o por la naturaleza de sus productos;suelen ser tiendas de comestibles o pequeños supermercados.
Así, la competencia de las grandes cadenas representa una «amenaza real», sumado a la creciente tendencia a comprar online. También existe una «preocupación creciente» por la falta de relevo generacional y la dificultad para atraer a los jóvenes a este tipo de negocios, en un contexto de «envejecimiento poblacional» y «despoblación» en estos pueblos.
Pero no son todo malas noticias. El análisis cualitativo también resalta aspectos positivos como la «alta valoración social» que tiene el comercio rural por su «cercanía, trato humano y función de punto de encuentro». Algunas experiencias de éxito incluyen economatos autogestionados por grupos de consumidores que apuestan por productos de kilómetro cero y comercio justo.
En cuanto a los establecimientos más asentados, casi la mitad (el 46%) pertenece al sector de la alimentación, seguido por un 35% de establecimientos dedicados al equipamiento personal y del hogar. Las farmacias y tiendas de alimentación tienen un papel esencial en estos municipios de menos de 2.000 habitantes ya que «además de su función comercial, cumplen tareas sociales de reparto a domicilio, de acompañamiento y asistencia sobre todo a personas mayores». Además, existen fórmulas como el comercio ambulante y modelos «híbridos» como las tiendas-ostatus, que integran la venta minorista con actividades sociales, en colaboración con los ayuntamientos.
¿Cómo asegurar el futuro del comercio rural? Es la última pata del informe, que recoge propuestas concretas, como crear 'marketplaces' comarcales ( donde múltiples vendedores pueden ofrecer online sus productos o servicios), la utilización de las redes sociales para la gestión comercial o combinar la venta de productos con servicios sociales o culturales en bares o farmacias. El turismo también se plantea como un aliado clave: se proponen rutas temáticas, cestas de experiencias o formación en idiomas para comerciantes.
En cuanto al relevo generacional, se proponen programas de formación intergeneracional, ferias para atraer talento joven o conexión con universidades.
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