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Donde arranca la subida hacia el pueblo de Itsaso, en el barrio de Alegia, los vecinos cargan con la compra del día. Salen de Alegiko sindikatoa, la primera tienda física en esta pequeña localidad de apenas 685 habitantes, que hasta entonces, tenían que desplazarse a municipios cercanos para realizar la compra semanal de carne y pescado, fruta y verduras y demás bienes básicos de alimentación e higiene.
En lugares donde el pequeño comercio huye con la despoblación o la baja demanda y el grande no llega, surgen iniciativas como esta, una especie de 'self service' que facilita la vida a sus vecinos, además de «poner en valor a los productores locales». Este próximo mes se cumple un año de su apertura y la acogida ha sido «muy buena, la gente está contenta», afirma Miriam Otamendi, una de las socias que ha impulsado esta sociedad sin ánimo de lucro. «Después de varias entrevistas con los vecinos, palpamos la necesidad de tener una tienda en el pueblo para suministrar un poco los productos necesarios y poner en valor todo el trabajo de los productores. Una vez identificada la necesidad había que pensar cómo darle forma», cuenta Otamendi, que reconoce que «en un pueblo como este no puedes poner a una persona en una tienda ocho horas, porque no es viable económicamente. Tampoco queríamos una gran superficie porque al final sabiendo dónde vivimos no era la idea de comercio que teníamos en mente».
Después de un tiempo dándole vueltas, encontraron la fórmula que mejor encajaba: una especie de 'sírvase usted mismo', donde no hay dependientes y cada uno se surte de forma autónoma.
En este establecimiento se pueden adquirir verduras, carne, miel, pan, café, zumos o leche, además de productos de artesanía, piezas de cerámica y porcelana... que se encargan de producir cerca de diez productores locales, y que complementa la cooperativa Biziola de Lazkao y el estanco de Ormaiztegi. Es como un supermercado, pero con un funcionamiento distinto. «Cada socio –actualmente son 66 familias– tiene una tarjeta para acceder, de 6 de la mañana a once de la noche. Los productores se encargan de poner sus productos en la tienda y luego el comprador elige lo que quiere. Al pasar por caja se le cobra el total y el dinero va a parar directamente a las cuentas de los productores locales», explica Otamendi, que destaca la «relación directa entre el cliente y los productores, sin intermediarios».
La tienda también está abierta para cualquier persona, ya que los sábados permanece abierta con la ayuda de voluntarios y «mucha gente suele venir desde Ezkio, Ormaiztegi o Gabiria».
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