Gipuzkoa completa el verano con la mitad de ocupación en sus alojamientos turísticos
La ocupación ha sido algo superior a la prevista en mayo, pero los establecimientos no han logrado vender de media más de la mitad de las camas
En la lucha por la desestacionalización del turismo, Gipuzkoa había conseguido mantener unos niveles considerables de turistas desde Semana Santa hasta prácticamente octubre. Sin ... embargo, este año, ese periodo se ha visto reducido a mes y medio escaso. Según se mire el vaso, si medio lleno o medio vacío, el balance de los responsables de los alojamientos de Gipuzkoa se debate entre haber conseguido salvar los muebles y salir relativamente airosos de unas previsiones nefastas, o bien estar atravesando el peor temporal vivido por el sector en décadas.
El dato
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50% ha sido la ocupación media de los alojamientos de Gipuzkoa en lo que va de verano, teniendo en cuenta que los visitantes empezaron a llegar al territorio a mediados de julio. En un inicio se previó que agosto podría remontar el vuelo, pero la inestabilidad de la situación sanitaria ha alterado las reservas.
Las tarifas reducidas, ocupaciones propias de meses valle como febrero, políticas de cancelación hiperflexibles, cancelaciones de reservas en cascada a merced de los noticias sobre los rebrotes o la constante actualización de los protocolos y las medidas de seguridad del Departamento vasco de Salud, han caracterizado un verano que se sabía atípico pero que ha terminado siendo más ajetreado que uno con la ocupación al 100%.
El objetivo de estos dos meses, coincide el sector, era no seguir perdiendo, y con el 50% de ocupación media registrada en los alojamientos del territorio puede decirse que el reto se ha superado, aunque la letra pequeña recuerde que la venta de camas ha caído casi a la mitad, si se compara con los registros del año pasado.
«En agosto hemos mantenido los precios, pero en julio y septiembre los hemos bajado. No queda otra»
Fernando Gorostidi | Hotel Zumeltzegi (Oñati)
Pero ni hoy es 31 de agosto de 2019 ni el sector del alojamiento se enfrentaba a un año normal. Ahora, con los meses más potentes superados, el temor manifiesto es qué sucederá en otoño, cuando desaparezca esa presión por no maltratar a un sector ya castigado durante el estado de alarma, y si llegarán nuevas medidas más restrictivas que las actuales que obliguen a muchos a cerrar antes y durante más tiempo del previsto.
Por de pronto, algunos alojamientos que habitualmente prolongaban las tarifas de temporada alta hasta finales de septiembre empezarán desde mañana a cobrar la habitación a precio de invierno. Fernando Gorostidi, propietario del hotel Zumeltzegi de Oñati, explica que si en una situación normalizada la tarifa alta se aplicaba desde mediados de junio a mediados de septiembre, «en julio hemos bajado los precios, en agosto hemos cobrado normal, y en septiembre los hemos bajado también. No queda otra», dice resignado.
La situación para los hoteles, pensiones, campings, agroturismos o viviendas de uso turístico de Gipuzkoa se tornó del todo complicada cuando en pleno pico de contagios las previsiones que se hacían para verano no superaban el 35%-40% de ocupación.
Vascos, navarros, madrileños y catalanes amortiguan la caída, por la ausencia de turistas extranjeros
A pesar de que el estado de alarma finalizara en Euskadi unos días antes de lo previsto y que el 1 de julio se reabrieran las fronteras, los alojamientos de Gipuzkoa necesitaron un par de semanas para que se agilizara el ritmo de las reservas. Fue a mediados de julio cuando el sector del alojamiento recobró cierta esperanza en salvar el año, aunque al mismo tiempo empezó a tomar conciencia de lo inestable que era el terreno sobre el que se movía. «Cada vez que salía y sale algo de un rebrote o que una comunidad autónoma toma medidas por algún foco de contagios, te echas a temblar porque se nota en las reservas y cancelaciones», señala Gorostidi.
Desde Hostelería Gipuzkoa, que cuenta con 113 alojamientos repartidos por el territorio, auguraban que agosto «permitiría recuperar de alguna manera las cifras de julio, pero no ha sido así por los focos y los problemas con las fronteras», comentan en relación a las advertencias lanzadas hace unas semanas por países como Alemania o Reino Unido a sus ciudadanos que habían viajado a España de vacaciones.
Los franceses han seguido viniendo. También los holandeses y alemanes, pero «desaparecieron» a mediados de mes
Para la entidad guipuzcoana son las pensiones el modelo de alojamiento «que se ha llevado la peor parte» en esta crisis sanitaria, pero que al igual que el resto de establecimientos han logrado amortiguar la caída gracias a que el visitante llegado de otras comunidades autónomas ha mantenido sus planes de visitar el territorio guipuzcoano.
Turismo de cercanía
El sector coincide en que si en un verano pre-covid eran los madrileños y catalanes los visitantes del Estado que más atendían en sus alojamientos, en esta ocasión los propios vascos y los navarros también han contribuido a sacar la temporada adelante. Ahora bien, que el volumen de extranjeros se haya reducido sustancialmente no significa que no haya llegado alguno. La presencia de franceses, dicen, «ha sido constante», pero también ha habido belgas, holandeses y alemanes. «Aunque los ciudadanos de Holanda y Alemania han desaparecido en la segunda quincena de agosto», remarcan.
«El turista nacional ha realizado el 75%de las reservas. Esootros años hubierasido impensable»
Oscar Arana | Camping Igeldo
Oscar Arana, gerente del camping de Igeldo, lo ha notado y sobre todo en la zona de camping y autocaravanas, «que normalmente suele haber más extranjeros». Este año, cuenta que incluido el alquiler de las mobil-homes y los bungalows, «el turista nacional ha realizado el 75% de las reservas, una proporción impensable» años atrás.
Pero la crisis sanitaria provocada por el coronavirus no solo ha afectado a las reservas, a las tarifas o al perfil del visitante, también ha tenido su influencia en la manera de viajar. Explican que este verano el turista ha tenido, por un lado, la necesidad de esperar al último minuto antes de decidir si cancelar o no sus planes de viaje, en función de la evolución de la pandemia, y por otro, que se ha eliminado casi por completo el concepto de la improvisación en el lugar de destino. Arana explica que en su caso «es obligatorio reservar hora si se quiere ir a la piscina del camping», una medida que también se precisa en los desayunos y cenas de los bufetes para poder controlar los aforos o incluso a la hora de ir de pintxos a casi cualquier bar de la Parte Vieja donostiarra. En adelante, lo que está por venir, reconoce Arana, «es más incertidumbre».
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