Diez años del incendio de Nochevieja en Trintxerpe

«Siempre estaremos agradecidos a la solidaridad de la gente»

Su objetivo fue desde el primer momento recaudar fondos para ayudar a los afectados por el incendio. «No pararemos hasta que nuestros vecinos puedan regresar al barrio», aseguraban en una comparecencia pública, mientras ponían en marcha iniciativas que les permitiesen cumplir su promesa.

El primer paso fue convertir Casa Ciriza, una antigua fábrica ligada al puerto que décadas atrás cayó en desuso, en el epicentro de un movimiento que atrajo a personas procedentes de todo Euskadi. Eran muchas las que querían ayudar y lo hacían aportando sábanas, toallas, alimentos, prendas de ropa para los bebés que a punto estaban de nacer, juguetes... Incluso una empresa donó un camión lleno de muebles para aquellas familias que se habían quedado sin nada.

Posteriormente, también organizaron un concierto con la participación de una veintena de grupos, un mercadillo, una actuación de monólogos y otros actos que contaron con el respaldo de los habitantes de la bahía.

La plataforma coordinó, además, las ayudas que fueron llegando fruto de otras muestras de solidaridad. Entre ellas, la protagonizada por las jugadoras del equipo de balonmano Bera Bera, que entregaron los cerca de 1.600 euros recaudados en uno de sus partidos. La Real Sociedad también donó un euro por cada entrada de uno de sus encuentros más importantes de la temporada.

La plataforma confesaba meses más tarde que la solidaridad vecinal había «sobrepasado todas las expectativas», llegando a saturar muchas salas del edificio Casa Ciriza con objetos, que «sin el enorme trabajo de muchos voluntarios que han dedicado días enteros de sus vidas hubiera sido imposible organizar».

Su labor concluía el 27 de diciembre de 2014 con la celebración de un acto en el que se hizo entrega a los damnificados de un cheque por valor de 129.000 euros. Era la cantidad de dinero que había logrado recaudar en algo menos de doce meses.

«Se decidió que el cheque lo recogerían el vecino de más edad y el más joven. Le tocó a mi suegra, Julia Campión, y a un niño que había nacido hacía poco», recuerda Avelino Robledo. «Con aquel dinero pudimos hacer frente al derribo de los edificios. Siempre estaremos agradecidos a la solidaridad de la gente», asegura emocionado.

Juanjo Campos también hace hincapié en la gran cantidad de ayuda que les prestaron vecinos de Trintxerpe, que dieron una auténtica lección de solidaridad, y otros de poblaciones más o menos cercanas. «La gente nos dio de todo. Me acuerdo que, al principio, nos traían ropa y a lo mejor no te quedaba bien, pero te daba igual. La usabas igualmente porque no tenías nada, absolutamente nada, y estabas agradecido por cualquier cosa que te donaran», declara.