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Vista aérea del aeropuerto de San Sebastián, con Hondarribia al fondo. Jorge García

San Sebastián, el aeropuerto dónde solo pueden aterrizar los comandantes «y con una gran coordinación»

Aitor Villarón, tripulante de cabina, explica que llegar al aeródromo ubicado en Hondarribia es «una mezcla de conocimiento técnico, experiencia y trabajo colaborativo, donde es el capitán quien asume el control»

J. Falcón

San Sebastián

Miércoles, 28 de mayo 2025, 18:47

Operar en el Aeropuerto de San Sebastián conlleva retos que requieren de una capacitación y destreza especializadas por parte de los pilotos. Aitor Villarón, tripulante de cabina, explica las circunstancias ya que «aterrizar en Hondarribia no es sencillo, su pista, más corta de lo habitual, y su entorno montañoso llevan a los pilotos a tener que realizar maniobras muy precisas y bien planificadas».

Este guipuzcoano explica lo complejo de aterrizar en nuestro aeródromo, catalogado de manera especial. Así lo detalla en su blog 'Aterriza en Donosti', en un artículo bajo el título 'El aeropuerto donde solo aterrizan los comandantes'. Y es que los aeropuertos se organizan según la dificultad operativa en lugar de su tamaño. Se identifican las categorías A (convencionales), B (con algunas dificultades) y C, en la que se inscribe el de Hondarribia. Esta categoría implica «condiciones operativas especiales, como orografía complicada, pistas cortas o aproximaciones no estándar».

Por esta razón, solo los pilotos con la habilitación adecuada pueden operar en el aeropuerto de Hondarribia. Villarón subraya que solamente los cualificados y con una «considerable experiencia en vuelo y en el tipo de avión pueden aterrizar». Además, será el comandante directamente quien lo realice siempre, debido a su mayor experiencia y formación. Villarón indica que «el comandante que opera aquí no solo posee más horas de vuelo, sino que también ha recibido formación especializada en un simulador diseñado para este aeropuerto en particular».

La maniobra de aproximación a Hondarribia

Antes de la aproximación, el comandante lleva a cabo una exhaustiva evaluación de las condiciones relevantes: meteorológicas, dirección y fuerza del viento, visibilidad y el estado de la pista. La precisión es imperativa, ya que «'por la corta longitud de la pista, es vital aterrizar en el punto específico previsto y a la velocidad adecuada para poder frenar a tiempo», aclara Villarón.

Durante el descenso, la comunicación y la cooperación en la cabina son fundamentales. Villarón detalla que «durante el descenso, la coordinación entre el capitán y el primer oficial es esencial». Mientras el capitán se dedica a la maniobra, el primer oficial supervisa los indicadores técnicos y gestiona la comunicación con el control aéreo.

En San Sebastián, la comunicación presenta una característica adicional, según este tripulante de cabina: «primero se debe hablar con el control de Hondarribia y, después, con los controladores franceses de Biarritz, porque la aproximación al aeropuerto pasa por su espacio aéreo». Poco antes del aterrizaje, se retoma el contacto con la torre de control para recibir las indicaciones finales.

Aterrizaje y frenado

Además una de las mayores complicaciones operativas del aeropuerto es la restricción en las direcciones de aterrizaje. Villarón detalla que la cabecera preferente es la 22, llegando por el mar y que permite una aproximación más precisa«. La pista opuesta (04) rara vez se usa para aterrizajes debido a obstáculos y restricciones en los procedimientos de aproximación.

Para afrontar este reto, el avión sigue un perfil de aproximación a la pista que es más empinado de lo habitual, optimizando así el uso de la pista disponible. En la fase final, se recurren a dispositivos aerodinámicos cruciales. El primer oficial despliega los flaps para disminuir la velocidad y estabilizar el vuelo y al aterrizar, se activan los spoilers para suprimir la sustentación y permitir que el avión se adhiera a la pista mientras frena de manera efectiva. Además, se activan las reversas de los motores para facilitar la desaceleración, canalizando el empuje hacia adelante.

Por último, aunque desde la perspectiva de los pasajeros todo el aterrizaje parece suceder rápidamente, Aitor Villarón recuerda que «detrás de todo este proceso hay una meticulosa planificación y una ejecución precisa por parte de la tripulación». Cada aterrizaje en San Sebastián representa una compleja operación que es «una mezcla de conocimiento técnico, experiencia y trabajo colaborativo, donde el capitán asume el control para garantizar que el vuelo concluya de la manera más segura y eficiente posible».

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