«Sacamos un dinero en verano y además cogemos experiencia»
Jóvenes ·
Miles de estudiantes guipuzcoanos deciden trabajar en época estival para conseguir sus primeros ahorros y poder costearse mejor sus gastos durante el cursoAimar Perez
San Sebastián
Sábado, 9 de agosto 2025, 00:27
El dinero no cae del cielo. Es una frase que los jóvenes acostumbran a escuchar en su día a día. Muchos de ellos saben que ... aprovechar el respiro de los estudios que tienen en verano para generar ingresos puede ayudarles a ahorrar y poder costearse los gastos que generan durante la temporada de estudio. De ello es testigo Alex Maiztegi, quien a sus 19 años ha trabajado durante dos años consecutivos en el Jazzaldia. Lo ha hecho sirviendo bebidas en la barra del festival, y a pesar de que sea un trabajo que al principio se le atragantaba, ha conseguido servir la cerveza de forma excelente. «Los primeros días no sabía cómo tirar una caña, pero con práctica al final aprendí», admite el donostiarra.
Alex estudia Biología en la facultad de la EHU en Bilbao. Este verano ha decidido volver a casa para estar cerca de sus amigos y familia. Su idea principal era trabajar como socorrista en alguna piscina o playa de la localidad. Después de haberse preparado y logrado obtener el título de socorrismo, no ha conseguido ningún puesto para ejercerlo. Sin embargo, consiguió entregar el currículum a la organización del Festival de Jazz, y enseguida le confirmaron que formaría parte de la plantilla como camarero en barra. Su padre siempre le ha recomendado trabajar, y lo hace no solo para ganar dinero, sino también para «no estar en casa viendo 'reels' o haciendo algo que no me aporte nada».
«Si bien el trabajo en el sector hostelero es realmente duro, hacerlo durante un corto plazo me permite ganar dinero pero también descansar el resto del verano», explica Alex, quien tras la finalización del Jazzaldia se encuentra disfrutando de sus vacaciones en un viaje con sus amigos.
Daniela Ábalos en cambio sí que ha logrado trabajar como socorrista, y no es su primer año. Trabajar en el sector del socorrismo requiere hoy en día tener el curso homologado en socorrismo acuático, pero en 2019 la cosa era diferente. Daniela, con tan solo 16 años, tuvo que formarse también en primeros auxilios y reanimación. La joven este año ha cumplido 23, y se acaba de graduar como nutricionista en Vitoria. Ha vuelto a su ciudad natal, Donostia, y este verano vuelve a trabajar de socorrista. Lleva vigilando piscinas seis veranos consecutivos. Comenzó en piscinas municipales y los últimos años ha trabajado en diferentes urbanizaciones. Admite que es un trabajo que «depende del día puede ser aburrido o todo lo contrario».
Este año trabaja en la piscina de la urbanización donostiarra Montesol, donde se respira un ambiente familiar y tranquilo. «Este trabajo me permite disfrutar del buen tiempo al aire libre, socializar con los vecinos o, cuando no hay personas en la piscina, leer un libro», explica la joven donostiarra. Trabajará durante 50 días, más o menos la mitad del verano. Además, en su trayectoria como socorrista no ha tenido que atender ningún accidente grave, y se ha limitado a vigilar y hacer curas de heridas superficiales. Además, subraya que pese a su juventud, siempre la han tratado con respeto. «En otros trabajos sí que se aprovechan de los jóvenes, pero en el socorrismo es diferente. Siempre me han tratado bien, me han puesto buenos horarios, sueldos…», asegura Daniela. También cuenta con un horario que describe como «muy cómodo», ya que le permite aprovechar las mañanas para desconectar, ir a la playa o pasear, y las noches para cenar y hacer planes con sus amigos y familia.
Ane Goienetxe se encuentra a un año de graduarse en Psicología en la Universidad de Deusto. La joven aprovecha el verano para pasar las mañanas con los más pequeños. Como siempre ha sido una amante de los niños, no dudó en sacarse el título de monitora de colonias. «El horario de este trabajo es genial. Entro a las 8.00 y salgo a las 14.00, así estoy en casa para la hora de comer», explica la donostiarra. También le permite aprovechar las tardes para socializar o relajarse. Ane decide trabajar los veranos para tener un primer contacto con el mundo laboral, y además ganar experiencia. «El dinero es un factor, pero creo que acostumbrarme a una vida más adulta en la que se trabaja a diario me ayudará a adaptarme a futuros trabajos».
Además, está encantada de rodearse de niños y acompañarles en sus días de ocio. Al compararlo con sus anteriores trabajos tiene claro que «quiero ser monitora los próximos años también, estoy segura de que repetiré este trabajo», admite Ane. Si lo compara con otros que ha tenido en veranos anteriores, como el de auxiliar de de eventos, tiene claro que «me quedo con el de monitora, el otro era muy duro».
El caso de Nora Azurza es excepcional. Combinar una agenda ajetreada con un trabajo es la razón por la que muchos jóvenes no se pueden permitir trabajar durante el año, pero Nora se puede considerar pluriempleada. Es la bajista del grupo donostiarra Indabe, y ha compaginado sus estudios de Derecho y Comunicación con los entrenamientos de fútbol, los ensayos de los conciertos, y además ha sido profesora de refuerzo con varios niños. Este verano ella y sus compañeros tienen el calendario repleto de conciertos, entre los que destacan el que darán en Semana Grande en la plaza La Flamenka, otro que ofrecerán en Barcelona, y otros muchos a lo largo y ancho de Euskadi.
Además de los ingresos como músico que genera con la gira y el disco lanzado hace unos meses, entre conciertos y ensayos la joven de 21 años aprovecha sus huecos libres en verano para trabajar en el hotel de su padre como limpiadora: recoge las habitaciones, hace las camas, barre el suelo... «Necesitaba un trabajo que se pudiera compaginar con los conciertos», explica la joven. A pesar de haber trabajado durante el curso dando clases de refuerzo a niños, en verano necesitaba más flexibilidad. Nora tiene claro que «todo depende del horario, pero en general con una buena organización se puede disfrutar del verano a la vez que se trabaja».
No siempre los jóvenes tienen suerte en los trabajos que encuentran. Iune, estudiante de Arquitectura, es testigo de esto, ya que este verano comenzó a trabajar en un restaurante, pero las duras condiciones del sector le obligaron a parar hace unas semanas. No obstante, tras varias entrevistas ha logrado un puesto para agosto en una tienda de ropa. Con horarios más flexibles y unas condiciones menos agotadoras, hoy se encuentra «más tranquila y menos agobiada». Este trabajo le permite quedar con sus amigos cuando libra, organizar alguna escapada a diferentes sitios de la península y no tener que estar pensando en el trabajo incluso cuando no está en él. «Me voy de Erasmus a Polonia este próximo año académico, y quiero tener unos ahorros porque entre la residencia, los vuelos, y la vida diaria que tendré allí necesitaré recursos», explica la joven.
En años anteriores Iune ya trabajó en el sector de la hostelería, y sabía que es exigente. «Algunos amigos trabajan en hostelería y, a pesar del desgaste que supone suelen estar contentos, pero a mí se me ha hecho duro». No entra en sus planes volver a los bares y tiene pensado costearse sus estudios en el extranjero con el dinero que ganará en el sector textil este verano.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión