Los primeros refugiados ucranianos se reencuentran ya con sus familiares en Gipuzkoa

Se trata de llegadas «muy puntuales, a cuentagotas» de personas que han conseguido llegar «por su cuenta y que tienen lazos familiares o conocidos aquí», según confirmaron ayer a este periódico desde la asociación Zehar Errefuxiatuekin y desde fuentes del departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, que no pudieron concretar «de momento» el número de los recién llegados . «No se trata de una respuesta coordinada, sino de personas que están llegando a título particular», apuntan. Sea como fuere, en las oficinas de Zehar en Gipuzkoa atienden estos días multitud de consultas relacionadas con la acogida de familiares, amigos o conocidos ucranianos.

«Nos están pidiendo asesoramiento muchas familias que viven aquí y que están preocupadas por la gente que está de camino y familiares que van a llegar. Ahora mismo están preguntando por trámites administrativos y qué va a pasar, cómo pueden solicitar la documentación, otros preguntan también por el tema del desplazamiento en avión, cómo llegar a España, qué recursos de acogida hay disponibles, etc», explican. «Cosas muy de lo inmediato y cuestiones del día a día para que puedan llevar una vida lo más organizada posible», apunta la directora de Zehar Errefuxiatuekin, Arantza Chacón.

Según comenta, los refugiados ucranianos que están llegando «son personas que tienen una red en Euskadi. Vienen porque saben que alguien les va a poder recibir o tienen algún conocido. Aún no podemos dar cifras; de momento hemos atendido a unas 15 personas y estamos pendientes de varias familias que van a llegar a Euskadi, a Gipuzkoa sobre todo», por lo que es probable que durante las próximas semanas la llegada de refugiados sea constante, si bien «todo es muy incierto. Cada vez es más difícil salir del país y moverte y la directiva europea va a marcar mucho los flujos migratorios».

La población ucraniana en Gipuzkoa es importante en número y muchos de ellos están asentados en diversas localidades, como Donostia, principalmente, donde residen medio centenar de ucranianos (el 33%); Irun, que cuenta con cerca de 300; o Errenteria y Tolosa, donde superan el centenar en ambos municipios. Precisamente debido a esta alta presencia, pueden ser muchos los que lleguen como refugiados y decidan asentarse y convertir Gipuzkoa en su hogar. «Tienen conocidos o familiares que han ido a buscarles a la frontera... Eso es un elemento fundamental para poder venir acogido y respaldado por tu familia», señala Chacón.

En la mayoría de los casos, los refugiados que llegan tienen donde alojarse en casas de familiares, pero la asociación dispone también de alojamientos para aquellos que lo necesiten. Algunos de ellos ya cuentan con un techo seguro en los recursos de Zehar. «Llegan agotados, los niños pequeños muy cansados, con lo que supone de repente salir de casa corriendo. Están muy preocupados por lo que está pasando en el país, por las familias y las personas que se han quedado...». También ocurre que hay personas que «llegan y no tienen tanto espacio en casa para quedarse». En este sentido, afirma que «estamos haciendo un esfuerzo importante por ampliar el número de plazas. A día de hoy tenemos unas 25, que es una cantidad pequeña, pero estamos trabajando para poder ampliarlas y dar la mejor acogida posible. Además hay otros recursos desde las administraciones públicas donde se van a poder alojar también».

Según anunció el Gobierno Vasco este pasado martes, se está habilitando un espacio de 150 plazas en Irun para acoger de forma urgente a los refugiados de Ucrania. Las primeras personas que arriben al País Vasco serán acogidas en un recurso de este municipio y de ahí serán derivados a los centros preparados en Oñati, Tolosa y Berriz. Además de las plazas que Euskadi va a movilizar, son muchas las personas particulares que se han puesto en contacto con el Gobierno Vasco ofreciéndose para la acogida.

«Ahora estamos pendientes de la directiva europea y de cómo se articula; resulta fundamental que no se quede en voluntad y se pongan todos los medios necesarios para que se ejecute de la mejor manera», expone Chacón, que advierte que «al principio de los bombardeos sale la empatía, pero estas personas van a necesitar un acompañamiento durante un tiempo largo. Tienen que poder sentirse parte de nuestra sociedad».