Elisa García Mingo: «Los padres ni se imaginan lo que ven sus hijos en internet»
«Internet está lleno de menores que burlan los accesos y entran en un mundo de adultos donde están expuestos a todo tipo de contenidos», dice
La socióloga Elisa García Mingo ha buceado durante años en internet para analizar los contenidos a los que acceden los menores en las plataformas digitales. ... Esta semana ha intervenido en los cursos de verano de la UPV/EHU con una charla en la que ha hablado de la manosfera, una red de sitios web, blogs y foros en línea que promueven la masculinidad enfatizada, la hostilidad hacia las mujeres y el antifeminismo. «La manosfera está ganando la batalla», afirma.
– En noviembre del año pasado varios colegios guipuzcoanos detectaron que alumnos suyos estaban incluidos en chats con contenido sexual. ¿Casos como este son más comunes de lo que parece?
– Es más común de lo que parece, sobre todo a raíz de la ampliación del límite del tamaño de los grupos de WhatsApp, porque antes era de 256 miembros. Lo que nosotros vemos es que en muchos espacios de sociabilidad digital se empiezan a compartir este tipo de contenidos. Cuando preguntamos a los chicos cómo se sienten, es habitual que nos digan que fatal, pero que no saben qué hacer porque no se quieren salir de su grupo de amigos. Otros nos responden que han visto tantas barbaridades que ya ni les afecta. Es una realidad mucho más extendida de lo que conocemos.
– ¿Los padres saben realmente lo que están viendo sus hijos en internet?
– No tienen ni idea.
– ¿Se lo llegan a imaginar?
– No, no. Si son varones que están muy metidos en el mundo de los videojuegos o que consumen pornografía, que de eso no se habla, porque parece que solo lo hacen los menores, pueden saber alguna cosa, pero en general no tienen ni idea, ni se lo llegan a imaginar. De hecho, les produce estupor que lo que ven sus hijos sea tan crudo, tan extremadamente violento.
– ¿Qué contenidos ven?
– Cuando nos referimos a contenidos extremos no solamente hablamos de pornografía muy violenta o de violación. Lo más extremo que yo he escuchado ha sido pornografía con bebés y zoofilia, todo esto siempre acompañado por muchos vídeos de tortura y decapitaciones.
– ¿Cómo llegan hasta ellos?
– Esos contenidos siempre han estado circulando en internet, pero había que tener un acceso a ciertas páginas web. Ahora es muy fácil entrar a un canal de Telegram, porque todos los chavales tienen esta red social. Ahí hay muchísimos canales con links que te llevan directamente. También acceden a la pornografía en Twitter, donde hay muchísimo menos control y links que les llevan a pornografía accesible.
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– ¿Qué consecuencias tiene para un menor estar expuesto a esas imágenes?
– Yo creo que se produce una deshumanización. Se rompe toda la capacidad de empatía porque dejas de considerar a la otra persona como a alguien capaz de sufrir, de tener dolor. Son umbrales que van pasando, se van acostumbrando, normalizan diferentes niveles de violencia. Nos estamos encontrando a muchos chavales que están acostumbrados a porno extremo y cuando luego tienen relaciones sexuales por primera vez dicen que les cuesta mucho disfrutar sin tener relaciones que emulen la pornografía extrema, y hablo de ahogamientos, golpes o insultos. Es algo que no hemos visto hasta ahora, no sabemos cómo va a ser una generación que está expuesta a estos contenidos, desconocemos el daño a medio plazo.
– ¿No ha habido tiempo todavía para averiguarlo?
– No lo ha habido, efectivamente. De hecho, apenas estamos empezando. Pienso en una generación en la que ellos están deshumanizados y ellas, disciplinadas en un cuerpo concreto. Ellos usan internet para las apps y las plataformas, para los videojuegos, para consumir porno y para la sociabilidad. Ellas utilizan muchísimo más las redes sociales, todo lo que tiene que ver con la reputación, el reconocimiento, que te den al 'like', que alguien te diga cómo tiene que ser tu vida con tutoriales. Esto me conecta mucho con la cosmitecorexia, que es el abuso de productos de belleza. Nos vuelven a disciplinar nuestros cuerpos, nuestra libertad y nuestra reputación a través del 'slut–shaming', que es como se llama ese acoso que consiste en tildar de putas y guarras a las mujeres por su comportamiento sexual o manera de vestir. Hasta en los consumos y en la sociabilidad digital hay una brecha de género brutal, que a ellos les lleva mucho más a la violencia que a ellas.
– ¿Es una generación que también se está formando con los mensajes misóginos de la manosfera?
– En la manosfera encontramos comunidades masculinas en las que se producen contenidos, saberes antifeministas, que a ti te dicen cómo tienes que pensar y cómo te tienes que sentir para ser un hombre triunfador, en qué tienes que trabajar y cómo tienes que llevar tu vida.
– ¿Cómo es ese hombre?
– Tiene que ser un hombre hecho a sí mismo, estoico, que se levanta temprano para hacer deporte, que vence a la pereza y al desánimo, que no llora, que emprende, que es autónomo, que tiene las mujeres y el trabajo que quiere, que gana un montón de dinero. Sobre todo es un hombre individualista.
– ¿En la manosfera participan las chicas?
– Las mujeres también tienen ahí un espacio. Nosotras sobre todo tenemos ubicadas a las que crean contenidos en la manosfera. Hay mujeres que se autodefinen como activistas de los derechos de los hombres. Por ejemplo, hay todo un movimiento de las 'cuidapijas' o mujeres que se dedican a cuidar a sus hombres, que reivindican volver a ser la esposa tradicional. Otra deriva son las mujeres más liberales, que están más conectadas con la extrema derecha y que tienen referentes como Giorgia Meloni, Marine Le Pen o Isabel Díaz Ayuso.
– ¿Por qué les atrae la manosfera a los jóvenes?
– Porque tienen respuestas, porque las respuestas están hechas en un formato fresco, porque no es nada aleccionador, porque es irreverente, porque tiene un punto de entretenimiento. Muchas veces se debe a la mediación algorítmica; no lo buscan, pero se lo encuentran. El algoritmo te lo ofrece y en el momento en que detecta que sigues esos contenidos te van metiendo en esa burbuja algorítmica. El feminismo ha sido aleccionador, ha sido muy pesado en el sentido de muy teórico, difícil de entender siempre con sus palabros. Sin embargo, muchos contenidos de la manosfera son más frescos, más de su propia generación.
– ¿Internet está lleno de mayores de edad que son menores de edad?
– Hay muchísimos menores de edad. El gran problema no es que los niños tengan internet, sino los espacios donde están y con qué acompañamiento. Hay un gran debate sobre la verificación de edad porque existen entornos virtuales en los que solo deberías poder estar en ellos si eres mayor de edad. Son los llamados mundos maduros y lo que se sabe es que están llenos de menores que burlan los accesos o entran en ellos porque hay 'hackers' que están haciendo portales con puertas de entrada desde entornos de realidad virtual que son para menores de edad. Es como si tú mandas a tu hijo a la granja escuela y acaba en un prostíbulo. En estos mundos maduros se puede emular o vivir cualquier cosa, puedes tener relaciones sexuales extremas, estar expuesto a todo tipo de contenidos.
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