«Nunca piensas que una agresión tan fuerte pueda ocurrir en Usurbil»
Unas 400 personas participaron ayer en la concentración de repulsa celebrada ayer en apoyo a la mujer que sufrió un violento robo el sábado
Alrededor de 400 personas hablaron ayer con un silencio que sobrecogía en la plaza consistorial de Usurbil. Un mutismo absoluto que significó un clamor ... para condenar la agresión sufrida el sábado por una vecina de 51 años, a quien un joven de 24 presuntamente golpeó e intentó asfixiar con un cordel para robarle su riñonera. La mujer, que recibió varios puñetazos y patadas en la cabeza y el cuerpo estando en el suelo, tuvo que ser asistida en el Hospital Donostia. El presunto agresor fue detenido al día siguiente por la Ertzaintza por un delito de homicidio en grado de tentativa, y el lunes entró en prisión por orden judicial.
Toda la corporación municipal con la alcaldesa, Agurtzane Solabarrieta, a la cabeza, presidió los 15 minutos de condena silenciosa, que acabaron con un prolongado aplauso de solidaridad con la víctima. Ayer, sobraban las palabras. Todo lo que había que decir quedó recogido la víspera en el comunicado emitido por el Ayuntamiento, en el que se habló de condena «rotunda» y «apoyo» a la víctima, al tiempo que se hizo un «llamamiento a la responsabilidad» para evitar «generar alarma social y sin poner a ningún colectivo en el punto de mira».
«La mujer tocó el timbre de casa pidiendo socorro, tenía golpes por todo el cuerpo y estaba en shock», dice la vecina que la asistió
Esto último fue entendido como una alusión al origen magrebí del detenido, que fue arrestado en una caseta de piedra detrás del polideportivo donde al parecer vivía con otro varón, y donde la Ertzaintza halló una tarjeta de crédito de la víctima. «Usurbil siempre ha sido un pueblo muy pequeño en el que nos conocíamos todos. En los últimos años ha venido más gente a vivir, y siempre hemos sido un pueblo de acogida. Eso no tiene por qué cambiar. Pero no se puede admitir algo tan grave como lo que ha ocurrido. Nunca piensas que una agresión tan fuerte pueda ocurrir en Usurbil», señalaba por la mañana un vecino del barrio Kalezar, donde tuvo lugar la agresión.
«Te voy a matar»
La mujer fue abordada por el desconocido sobre las 21.00 horas del sábado, cuando regresaba a casa tras dar un paseo por el nuevo parque de Aranerreka, en Kalezar. Según relató ella misma a la Ertzaintza, caminaba por un camino cuando vio al sospechoso sentado en una de las mesas de madera ubicadas en una zona de merendero. De acuerdo con la información facilitada por el departamento vasco de Seguridad, el joven se acercó a la víctima para pedirle dinero. Y «ante la negativa de esta», la emprendió a golpes con ella y llegó a intentar asfixiarla con un cordel, antes de conseguir hacerse con la riñonera y darse a la fuga.
La agredida corrió unos 50 metros hasta la verja de entrada a un caserío, donde pidió auxilio. «Tocó el timbre a las 21.10 horas, justo cuando íbamos a empezar a cenar, pidiendo 'socorro, socorro' porque le habían robado la riñonera con el móvil y las llaves de casa, además de la cartera», recordaba ayer la mujer que le abrió la puerta. «Estaba muy asustada, en estado de shock, como es normal en un momento así. Tenía golpes por todo el cuerpo y también en la cabeza, enseguida se le amorató un ojo. Llamé a la Ertzaintza, y también vino la ambulancia, que tardó un rato en llegar porque esta zona es nueva y no aparecía la ubicación en internet», añade.
Esta vecina asegura que «no se lo deseo a nadie lo que tuvo que vivir esta mujer», a la que lógicamente conoce desde hace años en Usurbil. «Fue muy duro oírlo», añade la vecina del caserío. «Ocurrió tal como he leído en el periódico: él le pidió dinero y se ve que ella se negó y él fue a quitarle la riñonera muy agresivo. Ella empezó a pedir socorro, y él le decía que no chillara, que nadie le iba a oír ahí, ya que esta zona está algo alejada del pueblo y no hay casas. 'Te voy a matar', le gritaba. La intentó estrangular con una cuerda, cayeron al suelo y él le siguió dando puñetazos y patadas».
En plena desesperación, «ella le rogaba que se llevara la riñonera pero que no la matara porque tenía dos hijas. Qué horror. En algún momento, la mujer pudo huir, echó un sprint hasta nuestra puerta y tocó el timbre. Por suerte, era la hora de cenar y estábamos en casa. Si no, a saber qué habría ocurrido. ¡Y todo por una riñonera!».
Estos días, esta mujer ha seguido en contacto con la víctima a través de su marido. «Está afectada, como estaríamos cualquiera. Pero al menos se recuperará».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión