«Sabemos que es muy difícil encontrarlos, pero tienen que seguir buscando a mi padre»
Kevin González, ex remero de Hibaika e hijo del oficial de máquinas del 'Villa de Pitanxo', uno de los doce marineros desaparecidos, solicita que se reanuden las labores en Terranova
Kevin González recorría ayer el litoral de su Meira natal, una localidad de menos de cuatro mil habitantes perteneciente al municipio pontevedrés de Moaña. ... El joven fijaba su mirada en la mar, como si en ella encontrase el consuelo que necesita por la pérdida de su padre. Fernando, Nando como le llamaban en este enclave, es uno de los 12 desaparecidos en el naufragio del buque 'Villa de Pitanxo'.
El joven, que fue remero del club Hibaika de Errenteria y tiene una ligazón especial con Pasaia, una población que ha vivido otras tragedias similares y donde él cuenta con buenos amigos, trata de asimilar lo ocurrido. Reconoce que a veces se derrumba y necesita «desconectar de todo», pero atiende a la prensa para que las autoridades españolas le escuchen y hagan caso de su petición. La noticia de que Canadá interrumpía este pasado jueves la búsqueda de los marineros que aún no han sido encontrados suponía un mazazo para él y el resto de familiares. Todos anhelan dar un último adiós a los marineros malogrados en Terranova.
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Asegura que nadie se pone en contacto con ellos, ni la casa armadora ni el Gobierno. «Nos enteramos por los medios de comunicación de que el ministro de Pesca, Luis Planas, iba a estar aquí este jueves y mi hermano y yo nos presentamos en el lugar. También acudieron una decena de familias de los tripulantes del barco. No sabíamos si nos iba a recibir o no, pero estábamos dispuestos a intentarlo», señala Kevin. Las palabras que escucharon de la boca de Planas acabaron con sus esperanzas.
«Mi padre escribió esa noche mensajes diciendo que el camarote le daba vueltas, que el buque se movía demasiado»
«Nos dijo que antes de ministro era persona y, además, una persona muy rigurosa. También nos dijo que él no nos podía confirmar que fuera a haber medios para la búsqueda de los desaparecidos, que tampoco sabía si Canadá o España iban a fletar aviones. Si un ministro no puede hacer nada por ayudarnos, ¿quién lo va a hacer?», se pregunta.
La impotencia por no poder conseguir que la búsqueda de su padre se reactive «cuanto antes» se mezcla con el enfado por cómo se están desarrollando los hechos. Asegura que se enteró del suceso por la televisión. Según explica, «estaba comiendo cuando vi la noticia. No estábamos seguros de si el que se acababa de hundir en Terranova era el barco en el que iba mi padre como oficial de máquinas, aunque el nombre de la empresa armadora era el mismo, el grupo Nores. Les llamé y me confirmaron mis peores sospechas. Solo tenían un barco pescando en esa localización. No había lugar a dudas».
Desde entonces, no ha vuelto a hablar con nadie de la compañía. «El armador no se pone en contacto conmigo ni con las otras familias. No sabemos si es por vergüenza, por tristeza o por miedo. No nos llama ni tampoco se ha presentado ante nosotros, cuando es su deber. La sede de la casa armadora está en Marín, donde estuvimos el jueves porque también estaban el ministro, la conselleira do Mar y varios alcaldes. Entre ellos, la de Moaña, que está teniendo un trato impecable con nosotros», declara.
Nando les escribió esa noche
Nando escribió varios mensajes de Whatsapp a su pareja la misma noche del naufragio. «En ellos, no llegó a utilizar la palabra miedo, pero sí expresaba mucha inquietud por el mal tiempo que hacía. Dijo que el camarote le daba vueltas, que el buque se movía demasiado», recuerda.
«Si lo que ha ocurrido ha sido por un golpe de mar, yo no voy a culpar a nadie. Sin embargo, todo parece apuntar a que no es así»
Su padre contaba con una dilatada experiencia en la mar. Se embarcó por primera vez antes de cumplir los 20 años de edad para hacer un par de mareas. Durante un tiempo se dedicó a la pesca de bajura y a otras ocupaciones en tierra. Desde hace más de quince años, los océanos eran su segunda casa. Acostumbrada a enrolarse en barcos de altura que pescan en Maldivas. Ese era su destino habitual. «En este tiempo, habrá hecho una veintena de mareas o quién sabe si más», precisa el joven.
A sus 53 años, puso rumbo por vez primera a Terranova. «No le gustó cuando se lo propusieron. Eso lo dejó muy patente, aunque dudo que se esperase lo que iba a ocurrir», manifiesta Kevin, mientras añade que esta era la segunda marea que iba a hacer con su actual armador. De la anterior, en Maldivas, volvió antes de Navidad. Estaba próximo a la edad de jubilación y quería hacer el máximo de mareas posibles. «Le quedaban, como máximo, cuatro años para retirarse», indica.
«Queremos saber la verdad»
Tanto Kevin González como el resto de familiares de los marineros del 'Villa de Pitanxo' siguen con atención las noticias que les llegan a través de la prensa. «Queremos saber la verdad», coinciden en señalar todos ellos, mientras tratan de hacer oídos sordos a la «rumorología». «Si lo que ha ocurrido ha sido a consecuencia de un golpe de mar y es algo que tenía que pasar, yo no voy a culpar a nadie. Sin embargo, todo parece apuntar a que no es así», sostiene el moañés, quien solicita que se investigue lo ocurrido «para que nos den a las familias las respuestas que queremos oír». Pese a ello, considera que la prioridad es, en este momento, conseguir que las autoridades se movilicen y que «se inviertan más días de búsqueda» en hallar a los desaparecidos. «Sabemos que es muy difícil encontrarlos, que las posibilidades son casi cero, pero tienen que seguir», insiste.
«El principal sustento de las familias de los marineros eran los hombres que han perdido la vida en Terranova»
Confiesa que sintió tristeza al comprobar el día antes cómo la mayoría de familiares de los compañeros de su padre son mujeres jóvenes con hijos de corta edad. «El principal sustento de esas familias eran los hombres que han perdido la vida en Terranova», constata. Por ello, confía en que puedan tener ayudas económicas. Lo que sí han comenzado a recibir desde el pasado miércoles es apoyo psicológico para hacer frente a la tragedia.
«Gracias al mundo del remo»
El deportista, que heredó de su padre la pasión por el remo, boga en la actualidad en las tostas de Tirán, club al que perteneció también Nando. Ejerce, además, de entrenador de la cantera. Es precisamente en el remo donde está encontrando la fuerza que necesita para salir adelante.
Ayer bajaba al agua con las categorías inferiores para continuar con su preparación a paladas. Su teléfono móvil no cesaba de recibir mensajes de apoyo y solidaridad de multitud de remeros, directivos y presidentes de clubes vascos, además de gallegos y catalanes. «Tengo que dar las gracias a todo el mundo del remo y, en especial, a Hibaika, que se ha volcado conmigo. También a Bermeo y a Kaiku, en cuyas traineras remó mi hermano Christopher en 2018 y 2019, respectivamente», comentaba fijando la vista, de nuevo, en la mar. Las olas que le han rebatado a su padre azotan, a miles de kilómetros, los corazones de la gente de Galicia.
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