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Celebración de la eucaristía en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario del barrio de Amara Foto: Michelena

Misa de Domingo de Ramos a puerta cerrada pese al coronavirus

El Obispado de San Sebastián permite la celebración de la eucaristía, a condición de que el grupo de feligreses sea reducido

Ainhoa Múgica

San Sebastián

Lunes, 6 de abril 2020, 06:17

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El significado del refrán castellano «a Dios rogando y con el mazo dando» podría alterarse un poco para adaptarse a los pensamientos de una veintena de vecinos de la calle Ferrerías del barrio donostiarra de Amara. Desde el inicio del confinamiento observan perplejos desde sus balcones todos los fines de semana a un grupo de fieles, la mayoría de edad avanzada, que saltándose las medidas de confinamiento que obligan a estar en casa, salvo contadas excepciones, entran en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, para asistir a la misa que oficia el párroco, Juan José de Miguel Sicilia. También lo hicieron ayer, Domingo de Ramos, pero no solo en la parroquia de Amara sino en otras como la de San Vicente de la Parte Vieja. El obispado justifica estas misas a puerta cerrada con pocos fieles.

En el Rosario, los feligreses accedían al templo, cogían sus ramos y se sentaba cada uno en un banco, respetando la distancia de seguridad. En el momento en que las campanas dieron las 12.30, un feligrés cerró la puerta del templo con llave. Minutos más tarde, varios rezagados aporrearon el portón con insistencia, el hombre volvió a abrir el cerrojo y, tras comprobar que iban a misa, les permitió el paso.

Aunque en la puerta de entrada está colgada una misiva firmada el 14 de marzo por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en la que anima a los fieles a «participar en la eucaristía a través de los distintos medios de comunicación», el Obispado incidió ayer en que el artículo 11 del estado de alarma prohíbe la celebración de eucaristía pública, pero permite las que se realicen de forma privada, interpreta.

Con invitación

«Si un párroco invita a un grupo de fieles a los que conoce a celebrar misa dentro de la parroquia, está permitido», aclaran fuentes del Obispado. La iglesia de San Vicente de la Parte Vieja también ofició ayer, ante un número reducido de fieles, la primera celebración destacada de la Semana Santa, con la bendición de los ramos. «Y seguramente también se den otros casos puntuales en otras localidades del territorio», apuntan desde el Obispado.

No son tiempos fáciles para nadie y tampoco para la Iglesia, a la que la cuarentena ha cogido en plena Semana Santa. Durante la homilía, el sacerdote que ofició la misa en el Rosario recordó el difícil momento que viven los fieles a los que no les convence seguir la eucaristía por radio o televisión.

Y les adelantó la siguiente cita: «El Jueves Santo la misa será a las seis, os pido que seáis muy puntuales. Vivimos en circunstancias muy especiales, incluso convivimos con denuncias por celebrar la eucaristía, así que debemos ser muy cuidadosos y por eso cerramos con llave la puertas del templo durante la celebración. Podéis ir en Paz», concluía.

Algunos vecinos de la calle han llamado en varias ocasiones a la Guardia Municipal para advertir de estos hechos, pero sin éxito. «Los policías vinieron pero se encontraron con las puertas de la iglesia cerradas con llave», señala Alfonso, uno de ellos. «Debido al confinamiento me he visto obligado a cerrar mi negocio y ver a gente mayor, que es población de riesgo, salir a la calle para ir a misa no me parece una actividad esencial», añade, muy molesto, este donostiarra.

Sin paz, pero con comunión

Efectivamente, la quincena de fieles que acudió a celebrar la festividad del Domingo de Ramos a esa parroquia podría considerarse población de riesgo, ya que la mayoría superaba los 60 años. El sacerdote no invitó a los fieles a que se dieran la paz y, a la hora de la comunión, respetaron en todo momento la distancia de metro y medio en la fila que conducía hacia el altar. Tras la consagración, el sacerdote procedió a desinfectarse las manos para dar la forma a los fieles. Algunos la recibieron en la boca, aunque, pese a no haber una norma específica, la recomendación es hacerlo en la mano. Sin duda, una Semana Santa distinta, también para quienes la viven con devoción.

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