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Más allá de cuanto la literatura y con ella la fantasía hayan podido describir sobre los viajes de Marco Polo, documentado está que se trataba ... de un emprendedor, que diríamos hoy, dispuesto a no conformarse con su círculo más cercano y buscar aventuras, y con ellas conocimiento y progreso, allende el horizonte. Llegó hasta el lejano Oriente y visitó una China en la que entendió que el mundo, las gentes y sus costumbres eran muchas y variadas y, queriendo compartir sus descubrimientos con los suyos, trajo a su Venecia natal, entre otras muchas cosas como las sedas, especies, piedras preciosas y desconocidos helados, un divertimento que era conocido como la piñata.
Contó en sus libros que, para celebrar el Año Nuevo chino, colgaban globos de papel con regalos en su interior que caían cuando eran golpeados hasta romperlos y que «por tener forma de olla recibían el nombre de pignata». Gustó a los venecianos el juego propuesto y lo introdujeron en su programa carnavalesco, extendiéndose la costumbre por toda Europa y luego por el mundo entero, siendo habitual en fiestas de todo género.
En su adaptación al calendario de Carnaval, se hizo costumbre celebrarla, como remate del mismo, el domingo siguiente al que se denominó Domingo de Piñata.
Allá por los años veinte fueron famosos los bailes de piñata en el Gran Casino, Gran Kursaal o Teatro Principal, donde se colgaba de la bóveda una piñata con copiosa lluvia de dulces y confetis que inundaban al público. También los había en sociedades, clubes y entidades como el Orfeón Donostiarra, donde «la piñata será rota por las señoritas orfeonistas».
Y mientras que para unos en la piñata se introducía la alegría vivida estas jornadas, finándola como protesta porque acababan, «a palos y con los ojos cerrados», hasta el próximo año, para otros, en los sectores más conservadores, poco amigos del Carnaval, en la piñata se introducían los desmanes cometidos durante las carnestolendas y, a modo de juego, se representaba la penitencia por los excesos habidos, la recuperación de la virtud y la victoria sobre el Mal. Así, las golosinas o pequeños juguetes que caían de la destrozada piñata se convertían en símbolos que representaban positivamente el rechazo a los comportamientos pecaminosos.
Cuando el año 1979 se recuperaron los Carnavales, casi prohibidos en 1924 y definitivamente vetados en 1936, se tuvo muy en cuenta el dedicar a los barrios donostiarras, principalmente Altza, Amara, Centro, Egia, Gros y Herrera, la semana previa al Domingo de Carnaval, apuntándose, sobre todo Altza y Trintxerpe (esta tarde en Trintxerpe habrá desfile y Entierro del Bacalao y en Intxaurrondo lo harán los txikis) a celebrar su particular Domingo de Piñata, repitiendo la cabalgata que el sábado y domingo anteriores habían desfilado por las calles céntricas.
Altza celebró su primer Carnaval el 23 de febrero de 1979 y al año siguiente su primer Domingo de Piñata. De aquella primera etapa recordamos los premios ganados por Santa Bárbara (primero de carrozas en 1990, segundo de comparsas pequeñas y primero de carrozas pequeñas en el 91), Alegría de Alza (Premio Comparsa más Marchosa en 1990 y Premio a la Alegría en 1991), Gurea (premio carrozas medianas en 1991). Trumoiak fue la cuarta comparsa del barrio, ganadora del Gran Premio en 2009 y del tercero en 2010. La cabalgata de 1980 reunió a más de sesenta comparsas.
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