La calle de la memoria
1975 | Las Ordenanzas de Limpieza, papel mojadoAy, la estética de nuestro San Sebastián. Su limpieza, su ornato, su cuidado han preocupado a generaciones de donostiarras, lo que se ha reflejado en ... miles de artículos en DV. Hace cincuenta años, el 31 de mayo de 1975, leemos en su página 2...
«En San Sebastián tenemos fachadas de edificios que llevan muchos años sin recibir otra mano de pintura que la del agua de lluvia, al igual que miradores, balcones, etc., mientras que las calles reclaman una acción detergente más permanente, con licencia de los coches aparcados, que imposibilitan este elemental diario deber de someter las calles a una limpieza total».
Tal mención a una «acción detergente» aparecía dentro de un artículo de llamativo título, «¿Estamos en guerra con la estética?», cuya tesis era que contábamos con unas adecuadas Ordenanzas de Limpieza, Ornato y Bienestar Público de la Ciudad, promulgadas tres años antes, en 1967, pero que dichas normas se quedaban en gran parte en el papel y no encontraban una adecuada plasmación en la realidad.
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«En San Sebastián tenemos fachadas de edificios que llevan muchos años sin recibir otra mano de pintura que la del agua de lluvia, al igual que miradores, balcones, etc., mientras que las calles reclaman una acción detergente más permanente»
«Cuantas veces repasamos las citadas Ordenanzas –escribían en 1970–, nos lleva a la consideración de la capacidad que tenemos para ensamblar instrumentos de gran eficacia y significado al mismo tiempo de la falta de complementos directos para hacer realidad permanente lo que se entiende por necesidad de cada día».
Entresacaban un párrafo de aquellas Ordenanzas de Limpieza, Ornato y Bienestar Público en vigor desde 1967, que se dirigía a los donostiarras...
«Son los propios ciudadanos, las entidades representativas, las comisiones de barrios, las juntas de vecinos, los administradores de condominios, etc., los que pueden hacer realidad el que una ciudad sea limpia, alegre, sana, cómoda».
Añadían hace medio siglo que «el párrafo tiene una buena intención, por cuanto se llama a que los propios vecinos cuiden de su parcela en todos los órdenes. Pero ¿cómo lo pueden hacer ellos si el Ayuntamiento no llega con los elementos que tiene para vigilancia, limpieza, control de obras, reparación de baches, etc., etc.?».
Las ordenanzas, según opinaban en DV el 31-V-1975, «están trazadas con un amplio sentido urbanístico y ciudadano, aunque el documento tiene más de expositivo que de real a la hora de la verdad. Habla del respeto a los Bandos de la Alcaldía, del cumplimiento de las normas en vigor, de los ruidos...». Sin embargo, como ocurre en tantas ocasiones, aquellos propósitos no iban acompañados de instrumentos para hacerlos visibles.
«Y volvemos al valor real de las Ordenanzas en vigor, elogiando su buena voluntad, pero consignando que carecen de efectos en determinados aspectos, por la sencilla razón de que faltan instrumentos de servicios con capacidad para velar por las normas de limpieza, ornato, etc. de una ciudad con la eficiencia que dicha importante actividad reclama».
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