1965 | El caso del autobús mal aparcado
Resulta desesperante asistir repetidamente a la misma infracción. Muchos ciudadanos acaban quejándose en el periódico. Así ocurrió el 26 de junio de 1965, cuando «un ... conocido industrial donostiarra» cuya firma se ocultaba escribió una larga carta sobre 'El caso de un autobús', que tal era el titulillo...
«Desde hace algún tiempo, en la calle del Conde de Peñaflorida, al pie o de frente a un lujoso establecimiento comercial viene aparcando diariamente un autobús. Hace su llegada a las ocho y media de la mañana, descienden del mismo unas simpáticas señoritas (cinco el día que más) y el conductor. Allí queda el autobús hasta muy cerca de las dos de la tarde».
«En principio, nada tenía que objetarse a dicho aparcamiento; aun por lo prolongado, tuvo su reserva señalizada. Sin embargo, hace ya un par de años que el Ayuntamiento retiró a aquel 'su reserva' y al no existir el letrero correspondiente, ocurre que dicho espacio es ocupado por otros coches turismos (generalmente de señores empleados de la Diputación) y dicho autobús al encontrarse con su sitio (?) ocupado, aparca en la otra mano, donde tampoco tiene letrero de reserva y para toda la mañana».
El autor de la carta de hace sesenta años llevaba tiempo tras el tema y, antes de denunciarlo en el periódico, había acudido a donde hay que hacerlo...
1965 Un autobús
estacionaba todas las mañanas en la calle Peñaflorida. Un lector se preguntaba por la razón de aquella bula o si era que «se 'pitorrea' en las mismas narices de los representantes de la autoridad, amén de los perjudicados en dicha calle»
«Más de un año hace que personado el que suscribe en la Inspección de la Guardia Municipal, se me informó que dicho autobús no tenía derecho a un aparcamiento tan largo. Por lo demás, han pasado a persuadir al conductor del citado autobús los señores cabos municipales en sus respectivos turnos y también los llamados 'motorizados' y guardias. Personalmente me han asegurado haberles sido impuestas a dicho autobús sendas multas por infracción a la Ordenanza».
Durante cinco horas
La medida no había tenido eficacia. «Sin embargo –constataba el observador industrial–, la verdad es que el citado autobús sigue aparcando ahí, y lo hace anchamente durante cinco horas seguidas, cuando no más (...)».
El corresponsal ya no sabía qué pensar ante esta situación de permisividad, «por lo que, respetuosamente, me atrevo a solicitar de 'quien corresponda' el ruego de una aclaración al respecto; contrariamente, los testigos diarios y sabedores de este pintoresquísimo caso habremos de pensar que el conductor del autobús está en su razón o que se 'pitorrea' en las mismas narices de los representantes de la autoridad, amén de los perjudicados en dicha calle (...)».
Acababa la carta sugiriendo que se le concediera al autobús una plaza de aparcamiento reservado «en la calle de Hernani, frente al Excelentísimo Ayuntamiento», antes de preguntarse: «¿Qué pasará en verano?».
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