
Secciones
Servicios
Destacamos
A veces, periodismo no es informar sobre grandes acontecimientos sino saber captar y reflejar el pequeño transcurrir de la vida que nos rodea.
Así lo ... hacía en los años 60 el corresponsal de EL DIARIO VASCO en Irun, Juan Luis Seisdedos, que bajo el seudónimo de 'Miguel del Bidasoa', redactaba un comentario, 'El tema del día', con sus particulares observaciones sobre la vida cotidiana en la ciudad fronteriza.
Por ejemplo, en la edición del 11 de junio de 1960 (hace, pues 65 años), su crónica comenzaba con un apunte sobre dos coches que había visto pasar demasiado rápidos…
«Ayer viajaban dos pequeños automóviles a gran velocidad por la Avenida de Francia. El que iba detrás intentaba adelantar al otro, que, a su vez, parece que quería impedirlo. Cuando los perdimos de vista creemos que rodaban ya paralelamente. ¡Bonita carrera!».
Contrastaba 'Miguel del Bidasoa' aquella imagen intrascendente y casi deportiva de los automóviles a la carrera con las trágicas consecuencias que podía y puede acarrear el exceso de velocidad…
«Poco después llegamos nosotros al puente internacional. Acababa de entrar, procedente de Francia, un automóvil con dos niños españoles (un niño y una niña, hermanos) que venían heridos. Alguien se había trasladado al vecino país para recogerlos. Cuando llegaron los niños al puente brilló la emoción en algunos rostros de personas que los contemplaban. Eran dos huerfanitos. Habían perdido a sus padres en un accidente de automóvil ocurrido en el extranjero, y en el que ellos mismos habían resultado heridos».
El artículo no aportaba ni quería buscar más datos sobre aquellos desdichados hermanos, pero se unía a su pérdida. Le bastaba «ver estos rostros infantiles velados por el dolor y con una dramática mirada interrogativa en sus ojos. Son dos niños cuyas vidas quedarán marcadas para siempre por una escena de espanto que tuvo por marco la fría impersonalidad de una carretera».
Juan Luis Seisdedos tenía una sensibilidad literaria para captar emociones humanas. Por ejemplo, una semana más tarde, en la edición de DV del 18-VI-1960, sacaba chispas a algo tan simple como las sensaciones de tres personas, una de ellas un ¿supuesto? amigo suyo, sentadas en sendos bancos ubicados en una rotonda, o sea, en un espacio demasiado expuesto.
Contaba 'Miguel del Bidasoa' que un amigo se había sentado a descansar en uno de los tres bancos que había en el pequeño jardín de la rotonda entre la avenida de Navarra y la calle Iglesia.
«Estaba allí solo, como una estatua. Nadie reparaba en mi persona, pero yo me creía observado, casi vigilado. En esto llegaron dos turistas; sospecho que eran un francés y una inglesa. Creo que se iban a sentar ambos en un mismo banco. Sin embargo, cada uno de ellos lo hizo en un banco distintos».
Tenía algo de cómico la imagen de tres personas, sentadas cada una en uno de los tres bancos que formaban un triángulo, en una rotonda a la vista de cuantos circulaban por ella.
«Ahora éramos tres estatuas, en vez de una (…). Cuando por casualidad alguna persona pasaba por cualquiera de las calles que bordean la rotonda, yo sentía algo así como si me fuese a caer del pedestal. Comprendí que estos bancos no deben de estar hechos para que la gente se siente en ellos; son meramente decorativos. Pensé que en la urbanización de la ciudad había quedado un hueco que había que llenar de alguna forma, y se cubrió con estos bancos y este sauce llorón».
Miguel, o su amigo, se sentía incómodo. «Yo quería a toda costa dejar de ser estatua o algo parecido a una figura de cera, desterrar de mí la impresión de que era un objeto expuesto a la contemplación del público».
Pudo liberarse al ver pasar a un conocido y reunir las fuerzas para levantarse e ir a saludarle. «Me parece que el francés y la inglesa ni siquiera pestañearon».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Todos los conciertos y festivales de este verano en Cantabria
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.