Una de las predicciones más antintuitivas de la Teoría General de la Relatividad es que las grandes masas hacen que el tiempo vaya más despacio. ... En 1915, cuando Einstein publicó esta teoría, había múltiples indicios de que eso tan extraño era cierto.
Un ejemplo diáfano es el movimiento del planeta Mercurio. Su órbita está muy cerca de la gran masa que es el Sol y, por eso, no respondía bien a la mecánica clásica, pero sí a la Teoría General de la Relatividad.
En la superficie de la Tierra el tiempo va más despacio que si nos alejamos de ella. Los satélites que nos permiten saber nuestra posición en el globo, por ejemplo el GPS estadounidense o el Galileo europeo, como orbitan alejados de la Tierra, sus relojes van más deprisa. La precisión de esos relojes es fundamental para determinar nuestra ubicación. Los programas de teléfono móvil que nos dan nuestra posición tienen en cuenta el fenómeno relativista de que la velocidad del tiempo es distinta en la superficie de la Tierra que en las órbitas de los satélites.
Un reciente artículo publicado en 'Life Science' me ha sorprendido enormemente. Utilizando relojes atómicos superprecisos, han logrado detectar un aumento de la velocidad del tiempo con tan solo elevar el reloj la ínfima altura de 0,2 mm. Esa enorme precisión me resulta asombrosa.
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