Dos generaciones contra la «crisis climática»

Estos dos guipuzcoanos pertenecen a generaciones diferentes y aunque cada uno combate esta lucha mundial a su manera, comparten su preocupación, implicación e interés por el futuro de nuestro planeta. El primer concepto que subrayan es que «las cosas están tan mal que ya no podemos seguir hablando de cambio climático, porque el cambio puede ser bueno o malo, debemos empezar a referirnos a este fenómeno como crisis o emergencia climática». Además, también comparten que «hay que pensar globalmente, pero actuar localmente».

Oscar comenzó a implicarse en la crisis medioambiental en los años ochenta. Cuando asistió a reuniones de grupos ecologistas que empezaron a llevarse a cabo en ciudades europeas como Bruselas, Ámsterdam y Checoslovaquia. A partir de entonces, tanto su vida laboral, como personal han estado muy vinculadas a esta lucha.

Por su parte, Mikel, un azpeitiarra de 23 años, es nuevo en el reto de la emergencia climática. Todo comenzó hace un año. Cuando asistió a una charla sobre deshechos en San Francisco, mientras estudiaba un máster en emprendimiento. En ella hablaron de temas relacionados con la contaminación de diversas industrias, como la textil. Entonces, no dudó en aportar su granito de arena a la causa. Se puso manos a la obra y ha desarrollado una nueva marca de ropa sostenible, T-Wild, que forma parte del clúster guipuzcoano de la moda.

«Las cosas han cambiado mucho desde hace unos años hasta ahora», confiesa Oscar. «Pero personas implicadas con el medio ambiente las ha habido siempre». Así lo lleva demostrando durante más de 40 años este veterano. A diferencia del movimiento joven Fridays for Future, él apuesta por una implicación local. Muestra su preocupación por el futuro que le espera a Euskadi. «Si seguimos sin cuidar el planeta, ¿dónde va a quedar el sirimiri y los paisajes verdes?», se pregunta. Además, también asegura que el País Vasco en el 2017 aumentó las emisiones de CO2 a 20 millones de toneladas. Según el experto, «estamos muy lejos del 4,5 de emisiones por habitante que marca la media mundial, ya que cada español emite 9,4».

Otra de las consecuencias que está sufriendo el territorio vasco es la extinción de la gelidium, un alga roja que se encuentra en el mar Cantábrico. Según el abogado, la extinción de este alga puede tener consecuencias inimaginables en el ecosistema vasco y en el modus vivendi de las personas.

Por su parte, Mikel desconocía que este fenómeno estaba sucediendo «ya en nuestras playas». «Es una pena que esté pasando esto aquí y los ciudadanos de a pie no sepan nada», se lastima el joven. Aunque un tema que preocupa a ambos guipuzcoanos es el del plástico. Cuando Mikel vio la cantidad de plástico que hay en el Flysch de Zumaia con sus propios ojos, la voz de alarma sonó en su interior. Cuenta que hace escasas semanas fueron un grupo de jóvenes a recoger la suciedad de esta zona. «En solo treinta minutos llenamos once bolsas solo con botellas de plástico», comenta con asombro. Ambos comparten que «el plástico no se desgasta». «Sí se puede reciclar y reutilizar este material, pero el que se ha fabricado es el que hay y no va a desaparecer».

De todas formas, aunque las consecuencias de la emergencia climática estén siendo evidentes a nivel mundial, ambos guipuzcoanos comparten que el discurso del odio no cala en la sociedad. «Existe un desconocimiento global sobre este fenómeno y el pánico paraliza a las personas». Así que apuestan por informar a la sociedad para lograr «movilizaciones e implicación». «Debemos ponernos manos a la obra y no mirar los toros desde la barrera».

Playas paradisíacas llenas de plástico, osos polares caminando por Rusia, especies en peligro de extinción o la Patagonia sin glaciares son algunas de las imágenes que está dejando la crisis climática. «La diferencia es que hace unos años no se veían tan claras las consecuencias, ahora sales de casa y las tienes a la vuelta de la esquina», denuncia Mikel. Este fue el motivo por el que el azpeitiarra decidió «decir basta» e implicarse en el movimiento Fridays for Future. Una iniciativa que ha logrado en cuestión de meses que miles de jóvenes, de diversos lugares del mundo, se manifiesten cada viernes frente a distintos Ayuntamientos para pedir implicación.

Fridays for Future cuenta en Donostia con 60 «afiliados» que abarcan desde los 16 hasta los 60 años, aunque el grueso lo componen jóvenes comprometidos con las políticas verdes. No obstante, este grupo de estudiantes no se limita a reivindicar una situación que ya se augura poco halagüeña, sino que «también proponemos soluciones». Por este motivo han convocado una cumbre que se llevará a cabo desde el 5 hasta el 10 de agosto en Suiza.

Más de 450 representantes de distintas ramas del movimiento acudirán a esta cita con el objetivo de establecer un plan de acción conjunto europeo. Además, también aprovecharán para fortalecer las conexiones entre los movimientos de los países asistentes y conocer las distintas propuestas. «Queremos compartir diversas políticas entre todos para proponer mejoras a cada gobierno». De Euskadi asistirán cuatro representantes, entre los que se encuentra Mikel, el joven que, junto con Oscar, confía en que los gobiernos tomen conciencia sobre la emergencia climática y mejoren sus políticas, porque «es una lucha de todos». «Sin ellos y sin la implicación ciudadana el cambio no es posible».