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La Fiscalía de Gipuzkoa ha mantenido este lunes, en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, su solicitud de once años de cárcel ... para un joven, al que acusa de un delito continuado de abusos sexuales sobre una niña de 13 años que se fugó de un centro de menores de la Diputación y que convivió con el acusado –que en el aquel momento (2020) tenía 19 años– durante cuatro días en una habitación de un piso okupado en Errenteria. Por su parte, el procesado ha negado que mantuvieran relaciones sexuales, mientras que la chica ha asegurado que no recordaba lo que sucedió. Ante esto, la defensa ha reclamado la absolución del varón, un chico de origen magrebí afincado en Donostia con su pareja y el hijo de ambos.
Los hechos juzgados habrían tenido lugar en 2020, cuando la menor se dio a la fuga del centro tutelado donde residía, en Aia, algo que ya había hecho en varias ocasiones más. Según detalla el escrito de la Fiscalía, convivió con el procesado en una vivienda de Errenteria entre el 8 y el 11 de septiembre, donde el encausado, «guiado por un ánimo libidinoso realizó actos de naturaleza sexual con la menor», en la habitación que ambos compartieron esos días.
Ese día 11, el chico fue detenido por la Ertzaintza, la cual intervino a raíz de que el centro de menores comunicara la desaparición de la residente, y sus sospechas de que pudiera estar con el procesado en el citado domicilio de Errenteria.
Los agentes que intervinieron en la entrada a esta vivienda, han explicado que el joven que les abrió la puerta les indicó la habitación donde estaban los dos jóvenes buscados. Se dirigieron a este cuarto, llamaron a la puerta, que estaba cerrada por dentro, y les tardaron en abrir unos minutos. Sospecharon que los jóvenes pudieron emplear ese tiempo para vestirse, pues oían «ruidos de movimiento en el interior», y cuando los agentes entraron a la alcoba él estaba vestido y ella estaba «en bragas y camiseta».
Ante la sospecha de que la pareja hubiera podido mantener relaciones, agentes de la Policía científica analizaron el interior con luces forenses, que detectaron rastros biológicos en una toalla, una manta, la camiseta que llevaba puesta la menor y un pantalón deportivo corto de hombre, donde hallaron muestras de ADN de «al menos tres personas». Según las pruebas forenses practicadas, la menor no fue penetrada vaginalmente, aunque se halló el perfil genético del acusado en la zona vulvar externa de la niña.
En su acusación, la fiscal mantiene que el presunto agresor era «plenamente consciente» de la edad de la menor, y llevó con ella diferentes prácticas sexuales, como «felaciones con eyaculación en la boca», «besos en el cuello y en la boca», «tocamientos con los dedos en el área genital» así como «frotamiento del pene con eyaculación en la zona genital externa». La chica ha declarado este lunes que no recuerda ningún hecho de índole sexual.
En sus conclusiones finales, la Fiscalía ha señalado que aunque la joven dice que no recuerda nada, no significa que los hechos no ocurrieran, sino que trata de «proteger» al procesado, ante la elevada pena de cárcel a la que se enfrenta.
La defensa, por su lado, considera que los hechos no han quedado acreditados, por lo que ha pedido la absolución del joven. Y en el caso de que el tribunal considere en su sentencia que hubo tales relaciones sexuales, ha solicitado la aplicación del artículo 183 quater del Código Penal vigente en 2020 (antes de la ley del 'solo sí es sí'), la conocida como cláusula 'Romeo y Julieta', que recoge el consentimiento de un menor de 16 años a mantener relaciones sexuales con una persona próxima a él por edad y grado de desarrollo y madurez, al que en su opinión se da entre el acusado (19 años) y la víctima (13 años y 11 meses).
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