Un reciente artículo de la BBC se titulaba 'Por qué los dioses retrasaron la llegada de la probabilidad matemática (y cómo un juego de azar ... desató la teoría)'. Me ha hecho reflexionar. Está claro que griegos y romanos jugaban con el azar, por ejemplo, lanzaban dados. Pero el desarrollo formal no llegó hasta el siglo XVII con Blaise Pascal y Pierre de Fermat. ¿Por qué tan tarde? Hay varias razones. La primera es que lo incierto se veía como obra de los dioses. La segunda, que el azar no podía ser calculado, tan solo interpretado, como hacía el oráculo de Delfos. Y la tercera es que cuando lanzaban dados, no pensaban en el azar, sino que preguntaban a la diosa fortuna. Por eso la célebre frase que dijo Julio César al cruzar el Rubicón, 'Alea iacta est', que literalmente significa «el dado ha sido lanzado», normalmente se haya traducido como «la suerte está echada».
En 1654, el ensayista y jugador francés, Antoine Gombaud, se preguntó cómo había que repartir el dinero si un juego se interrumpía antes de acabar. Responder a esa pregunta hizo que Pascal y Fermat desarrollasen formalmente la teoría de la probabilidad. Con ello, el riesgo se podía calcular y decidir qué acción tomar de acuerdo con él. No todo estaba en manos del destino.
Que tengamos el desarrollo formal, no significa que haya calado en la mentalidad de la mayoría, que sigue creyendo un montón de supersticiones sobre la suerte.
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