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Día de Todos los Santos
«Le hemos traído claveles, sus flores favoritas»Miles de guipuzcoanos aprovechan el Día de Todos los Santos para recordar a sus seres queridos y llenan de vida los cementerios
Marcos Rodríguez
Miércoles, 1 de noviembre 2023, 14:30
Los cementerios de Gipuzkoa se llenaron este miércoles de flores por el Día de Todos los Santos. Como es tradición, desde primera hora de la ... mañana familiares y amigos han acudido a los camposantos para recordar a los seres queridos que ya no están. Algunos, los que fueron a primera hora de la mañana, lo tuvieron que hacer bajo el paraguas, mientras que los que lo hicieron hacia el mediodía tuvieron que protegerse incluso con gafas de sol por los pocos pero luminosos rayos que se dejaron ver.
Fue el caso del cementerio donostiarra de Polloe, que amaneció pasado por agua, aunque con mucha actividad desde primera hora. Cientos de personas se han acercado a hacer una visita a sus seres queridos fallecidos. Grupos de familias y amigos se reunieron en la puerta del cementerio, la mayoría de ellos con ramos de flores de todo tipo para adornar las tumbas o llevar algún detalle especial para esas personas que ya no están entre nosotros. Hubo quien también aprovechó las primeras horas del día para adecentar y dar lustre a tumbas y panteones y retirar los restos de suciedad por la lluvias o la llegada de insectos.
Como en otros cementerios, el de Polloe alberga tumbas de todo tipo. Algunas blancas y nuevas, otras antiguas que lucen la pátina que deja el paso del tiempo o que han visto incluso cómo los mensajes de sus epitafios se han vuelto casi indescifrables. Tumbas con flores frescas vivas y coloridas, recién puestas, y otras con ramos marchitos a la espera de uno nuevo. O directamente tumbas sin ninguna flor. De piedra, de mármol, con cruces de madera, más o menos adornos, con esculturas o mausoleos de distinto tamaño... Muchas de ellas fueron ayer visitadas por familiares o allegados. Como Maite Pardo, que se acercó al cementerio junto a su familia para recordar a sus difuntos padres, Gerardo y María Ángeles, y a su hermano, Miguel, que descansan en el cementerio donostiarra. «Están los tres enterrados aquí y venimos todos los años a verles y a traerles flores», comentaba mientras uno de sus familiares colocaba los tiestos sobre la tumba de piedra.
«A mi madre le gustaban mucho las flores rosas y las ramas verdes, y se las hemos querido traer»
Maite Pardo
«Venimos a visitar a mi padre cada año, pero esta vez las 'amonas' no han podido venir por salud»
Tres macetas distintas para decorar el lugar donde reposa parte de su familia. «A mi madre le gustaban mucho las flores rosas y las ramas verdes, y se las hemos querido traer», explicaba Maite recordando a María Ángeles. Después de «rezarles y estar aquí un rato con ellos», la familia Pardo Sarasola comió junta, siguiendo la tradición de todos los años, «para hacer algo más alegre el día», aseguraban con una mirada cómplice.
Recuerdos enterrados
El cementerio de Polloe se llenó de cientos de ramos de flores conforme avanzó el día. Y de emocionantes estampas que lo llenaron de vida: desde un hombre llorando con una flor en la mano mirando una tumba, honrando la memoria de una persona fallecida hace apenas un par de semanas, hasta una cuadrilla de hombres hablando sobre uno de sus amigos que yacía a sus pies, recordando con cariño y añoranza batallas del pasado.
Junto a la tumba de la familia Pardo Sarasola descansa el difunto padre de Maite de Arriba, que con la compañía de su hija se acercó al cementerio a llevarle un par de ramos de flores. «Venimos todos los 1 de noviembre», contaba. Sin embargo, este año ha sido un tanto diferente para ellas, ya que por motivos de salud «ha sido la primera vez en el que no han podido venir las 'amonas', pero antes nos solíamos juntar todos», lamentó.
Decenas de tumbas rodean la del padre de Maite. Algunas con esculturas de piedra o mármol de Jesucristo y de la Virgen María u otras figuras religiosas, cruces de todos los tamaños y una en especial con forma de ancla, en memoria de un marinero fallecido. En una de esas sepulturas descansan los abuelos de Eider Urraca. Una joven que se acercó al cementerio junto a sus padres a llevarles unas flores y a hacerles una visita. «Les hemos traído un ramo de claveles rojos», dijo la joven. «A mi abuela le gustaban mucho estas flores y se las traemos siempre que podemos».
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