Las bicicletas eléctricas generan «un repunte» de accidentes en montaña
La Semana Santa acaba en Euskadi con cinco rescates en áreas montañosas –dos en Gipuzkoa–, un dato «más normal» que los 20 de 2021, año marcado por «las ganas de aire libre»
Las bicicletas fueron para el verano únicamente en el prodigioso universo de Fernando Fernán Gómez. Desde que se inventaron hace prácticamente doscientos años, se ... han empleado todo el año, aunque el frío y la lluvia puedan suponer un fastidio. Normalmente se han empleado más en senderos y carreteras, pero la irrupción de la mountain bike en la década de los años 80 del siglo pasado derribó muchas de las barreras que se podían encontrar en su camino. Y en los últimos años, el fenómeno de las bicis eléctricas ha achicado la altitud de los montes y reducido las pendientes de las cuestas, lo que ha dado alas a muchos ciclistas que ahora llegan con sus piernas adonde antes no lo hacían. Y, del mismo modo, ahora se caen donde antes no lo hacían. Así lo atestigua el Servicio de Intervención de Emergencias del Gobierno Vasco, que ha en sus intervenciones ha constatado «un repunte» de los accidentes de montaña con estos vehículos de propulsión humana con ayuda de una batería.
El responsable técnico de Emergencias del Ejecutivo autonómico, Gaizka Etxabe, explica que «la bicicleta de montaña está de moda y estamos viendo mucha actividad de incidentes asociados a ciclistas en zonas rurales y periurbanas». En concreto, «el 'boom' de las bicicletas eléctricas ha provocado un repunte» en las atenciones de los servicios de Emergencias. Estos velocípedos 'con truco' han permitido que «mucha gente pueda acceder a lugares a los que no podían llegar con una bicicleta normal debido a su edad o condición física», lo que se ha reflejado en «una subida» de las incidencias. «En mi caso –confiesa Etxabe–, no llevo nunca auriculares cuando voy a caminar por el monte porque hay muchas bicis y me gusta oír si se acerca alguna para poder apartarme».
Las recomendaciones
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1 Portar un teléfono móvil para poder dar la alerta ante cualquier problema que se pueda tener en la montaña. Asegurarse de que la batería está cargada.
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2 Avisar a alguien de la zona por donde vamos a realizar la actividad, porque tal vez no tengamos cobertura o no nos encontremos en condiciones de telefonear.
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3 Conocer nuestras limitaciones físicas para no exponernos a sufrir un desfallecimiento que nos impida completar el recorrido o nos haga sufrir demasiado
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4 Comprobar la previsión meteorológica para que no nos sorprenda algún fenómeno en forma de tormentas, nevadas, vientos o nieblas que nos ponga en riesgo.
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5 Procurar no ir solo para tener alguien que nos pueda auxiliar en caso de necesidad.
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6 Vestir ropa y calzado acorde a la actividad y al terreno por el que hagamos la actividad.
Durante la Semana Santa de 2021, en la que se dispararon los rescates de montaña hasta la veintena, tres de las víctimas habían sufrido un accidente de bicicleta. Este año, en cambio, ningún ciclista ha necesitado ser evacuado durante el reciente periodo vacaciones por haber sufrido un percance en una zona montañosa. También es cierto que apenas han sido cinco los rescates llevados a cabo en Euskadi.
Un 60% menos de rescates
Al parecer, la paulatina caminata hacia la ansiada normalidad va más allá de habernos despojado de la mascarilla en la mayoría de espacios cerrados. Al aire libre, la naturaleza también parece recobrar la rutina previa a la pandemia. Así lo refleja el balance de actuaciones del Servicio de Intervención de Emergencias durante esta Semana Santa, que ha debido realizar seis salidas: cinco rescates y una búsqueda. Es decir, un 57% menos que en el mismo periodo del año pasado, cuando hubo 21 intervenciones –20 rescates y una búsqueda–.
«Creo que estamos volviendo a unas cifras, entre comillas, más normales. Hay que tener en cuenta que en 2020 estábamos todos confinados en nuestras casas, por lo que no tuvimos que realizar ninguna intervención, y en 2021 teníamos una movilidad limitada y muchas ganas de estar al aire libre, lo que nos llevó a hacer muchos planes de montaña», lo que disparó las llamadas al 112, según opina Gaizka Etxabe. Ahora
Bizkaia albergó cuatro de las seis intervenciones durante la Semana Santa vasca y la otras dos fueron en Gipuzkoa: un montañero evacuado tras sentirse indispuesto en el Txindoki y otro varón atendido después de haber sufrido una coz de un caballo en el parque natural de Aizkorri-Aratz, entre Arantzazu y Urbia. «Por fortuna, los rescates que hemos tenido los últimos años en Semana Santa no han sido técnicamente complicados, y casi todos han sido en zonas rurales o periurbanas», precisa Etxabe, algo hasta cierto punto lógico teniendo en cuenta que «en Euskadi hay mucha cultura de ir al monte, pero no tenemos grandes montañas».
Peñas de Aia, Aizkorri y Aralar
Sin embargo, en todos los territorios hay unas zonas que resultan más dificultosas para las labores de rescate. Según detalla Etxabe, se localizan en «Peñas de Aia, Aizkorri y Aralar en Gipuzkoa; Gorbea y sierra de Anboto en Bizkaia; y Gorbea y la entrada hacia Aralar por Araia en Álava». Eso sí, «las más complicadas» suelen ser aquellas subterráneas, aunque «desde 2017 no hemos tenido».
Muchos de las incidencias que se dan en Euskadi tienen que ver con caídas, indisposiciones, lesiones de tobillo... Suelen ser percances a menudo leves pero que en un entorno abrupto se pueden complicar. «La gente, en general, es bastante responsable», agradece Gaizka Etxabe.
El responsable técnico de Emergencias señala que a lo largo del año se promedian «cerca de 400 búsquedas o rescates» –no todas entrañan la movilización de un helicóptero–, y solo en «un 2-3%» de los casos se remite la minuta del gasto a la víctima, bien por haber realizado una actividad de riesgo –como la escalada, de «gran tradición en Euskadi»– o aquellas cotidianas que coinciden con alguna alarma naranja o alerta roja por condiciones meteorológicas adversas. Sin embargo, Etxabe subraya que «la gente no suele ser imprudente».
En 2021 se dispararon un 38% las cifras de rescates en verano
La experiencia de esta Semana Santa, en la que las cifras de rescates y búsquedas realizadas por los servicios vascos de Emergencia han caído un 57% con respecto a 2021, alimenta la esperanza de que las actuaciones de los equipos de Emergencias desciendan también este próximo verano, después de que el pasado registraran un récord de actividad. Y es que durante la pasada temporada estiva la Ertzaintza debió realizar un 38% más de rescates que antes de que la pandemia pusiera patas arriba nuestras vidas y las estadísticas.
Así, solo en los meses de junio y julio, la Policía vasca afrontó prácticamente el mismo número de rescates y búsquedas (379) que durante los doce meses de los dos últimos años previos a la covid, cuando en 2018 llevó a cabo 381 y en 2019 un total 389.
Desde los servicios de Emergencias trasladan que desde el año 2017 se venía percibiendo «una tendencia al alza» en el número de rescates, pero la pandemia relanzó todas las cifras que ya en 2020 alcanzaron la cifra récord de 511. La búsqueda de actividades al aire libre para contrarrestar el encierro de la pandemia responde en buena parte de este aumento de los percances en zonas de monte.
«La llamada al 112 nos permite geolocalizar dónde está la víctima»
Desde el año pasado, Euskadi tiene implantada la geolocalización de las llamadas que se realizan con un móvil al teléfono 112 de SOS Deiak, lo que permite a los equipos de Emergencias «conocer el punto donde se encuentra» la víctima, algo que «nos facilita muchísimo nuestra labor» y acorta los tiempos de llegada al lugar donde se ha dado la alerta, explica Gaizka Etxabe. Pero, además, el Gobierno Vasco anima a la ciudadanía a descargar la App de SOS Deiak, que también incluye un sistema de geolocalización que, en su caso, permite acceder al trazado realizado durante los últimos movimientos de la persona que pide auxilio. Se pueden incluir datos médicos o contactos de terceras personas.
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