«No cambio por nada la gran calidad de vida y tranquilidad que tenemos en Beizama»
Los vecinos de la localidad de Costa Urola aseguran que viven «muy tranquilos» y apuestan por construir su futuro en ella
Iñigo Altuna lleva ya diez años viviendo en Beizama. Dejó su Bilbao natal por la localidad guipuzcoana y tiene claro que «no cambiaría ... por nada del mundo la tranquilidad y calidad de vida que tenemos en nuestro pueblo». Altuna trabaja junto a Leire Retegi en el albergue medioambiental de este pequeño municipio de 155 habitantes en el que «recibimos a grupos de escolares a lo largo del curso. Con ellos trabajamos como monitores en el albergue, pero también realizamos y organizamos diferentes actividades». Leire reside en Goiatz y, como su compañero, apostó por una vida en un pueblo pequeño. «Nací en Legazpi pero tenía claro que quería vivir en contacto directo con la naturaleza y en un entorno rural. Estoy encantada porque aquí se respira tranquilidad».
En busca de esa tranquilidad se acercaron Andrea Ferreira y su marido Arkaitz Blanco. La primera, vecina de Ermua y el segundo, de Azpeitia, compraron una casa hace un año en Beizama. Andrea no ve más que ventajas a habitar en la localidad de Costa Urola. «Estamos a 10 minutos de Tolosa y 30, de Donostia. Todo está cerca, pero a la vez tienes tu casa en un lugar tranquilo. Aquí no se escucha ningún ruido por la noche. Es una gozada».
Ferreira trabaja en la capital guipuzcoana y se desplaza a diario hasta su lugar de trabajo. Su marido va hasta Azpeitia con el mismo propósito. «Aquí es habitual que cada uno tenga su coche. Es necesario para ir a trabajar, aunque también tenemos un buen servicio de autobús que nos permite bajar a Azpeitia o Tolosaldea».
Andrea y Arkaitz eligieron vivir en Beizama como otros muchos vecinos de la localidad. Entre ellos, se encuentran Idoia Urtuzaga y José Luis Ugartemendia. Nacida en Nuarbe la primera y en Errezil el segundo, «nos quedamos sin trabajo y surgió la posibilidad de regentar el bar del pueblo. Nos animamos y llevamos ya casi diez años. Trabajamos muchos los fines de semana. Vienen bastantes familias con niños y estamos muy contentos».
Su hija Janire y su nieto Andoitz también están encantados en Beizama, «porque aunque tengamos que bajar cada vez que nos haga falta algo porque no tenemos una tienda en el pueblo, vivimos muy bien. Me gusta mucho la 'saltsa' que hay en este pueblo». Su hijo de dos años está escolarizado en Azpeitia y «como los demás niños del pueblo coge el autobús a las 8.30 de la mañana y regresan a las 17.30. Cuando empiezan con extra escolares pueden volver en el autobús de las 19.10 o el de las 21.00 horas. Es cuestión de acostumbrarse y amoldarse a lo que uno quiere y lo que hay».
Janire apuesta por criar a su hijo en Beizama y de hecho se ha apuntado en la lista de viviendas que espera construir el Ayuntamiento. El alcalde de Beizama, Pello Otaegi reconoce que «es necesario si queremos que los jóvenes se queden construir nuevas casas en el pueblo. No está siendo fácil, pero hemos hablado con responsables de la Diputación y el Gobierno Vasco para que sacar adelante el proyecto y creemos que se construirán antes de que finalice esta legislatura».
Beizama no cuenta con haurreskola, ya que cerró sus puertas hace unos años por falta de niños. Sus vecinos deben desplazarse hasta Bidania cada vez que necesitan acudir al médico, pero todos coinciden en que «vivimos muy a gusto».
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