La Ertzaintza detiene a un presunto violador en serie al que imputa la agresión de Beasain
La Policía considera al acusado autor de otros cinco ataques, el primero en 2012, en Tolosa. Los agentes pudieron identificarle tras recoger de un bar un vaso que había sido utilizado por el sospechoso y cotejar las muestras con el perfil genético del agresor
David S. Olabarri
Sábado, 20 de julio 2019, 07:24
La Ertzaintza detuvo en la tarde de ayer a un hombre acusado de violar a una joven el pasado sábado en Beasain. Al ... margen de las pruebas que tiene en este caso concreto, la Policía vasca está convencida de que este individuo es el autor de otras cinco agresiones sexuales cometidas en Gipuzkoa desde 2012. El detenido pasará el lunes a disposición judicial.
En la ultima agresión, el autor del ataque aguardó a que la joven saliera de casa para abordarla y asaltarla en el mismo descansillo. Eran las 2.30 horas cuando la chica abrió la puerta del domicilio para dirigirse a su trabajo en una localidad de la comarca. Sin tiempo para reaccionar, el varón le propinó varios golpes en la cara que le dejaron aturdida, y se cree que seguidamente le roció con una sustancia paralizante que le dejó inconsciente. Sin oposición alguna, el autor la introdujo de nuevo en el piso y fue allí donde consumó el ataque sexual.
Transcurrido un tiempo, la joven recobró el conocimiento y comprobó que había sido víctima de la agresión. La tardanza en acudir a su puesto de trabajo llevó al responsable de la empresa a marcar el número del móvil de su empleada, que fue quien le informó de lo que le acababa de suceder. Sin más demora, el jefe puso los hechos en conocimiento del centro de coordinación de emergencias mediante una llamada al 112. Desde el central cursaron la orden a la Ertzaintza.
Sus primeros ataques se centraron en chicas que volvían solas después de una noche de fiesta
Los ertzainas llevaban varios días efectuando seguimientos sobre el sospechoso
Agentes pertenecientes tanto a la Unidad de Inspecciones Oculares de la comisaría, como los adscritos a la Unidad de Policía Científica que se desplazaron desde Erandio, llegaron a aislar en el piso más una veintena de evidencias que han sido analizadas en los laboratorios policiales.
La secciones de delitos contra las personas y de Policía Científica de la Ertzaintza comenzaron la investigación de este caso. Recabaron testimonios y buscaron huellas y perfiles genéticos, entre otras diligencias. Los agentes, además, revisaron las cámaras de vigilancia del entorno de la vivienda de Beasain y observaron que en las imágenes aparecía un hombre que ya había estado en el punto de mira de la Policía autonómica por otros casos similares.
Los ertzainas realizaron varios seguimientos. En uno de ellos consiguieron llevarse de un bar un recipiente que estaba siendo utilizado por el sospechoso. Lo que se buscaba era comprobar si su perfil genético coincidía con el ADN extraído del agresor en los primeros pasos de la investigación. Se trata del mismo 'modus operandi' que las fuerzas de seguridad han utilizado durante años para centrar sus investigaciones de delitos.
ADN en otros casos
Las alarmas saltaron cuando los investigadores comprobaron que su ADN no solo coincidía con el extraído en el caso de Beasain, sino con otras cinco violaciones más. En estas otras agresiones, todas ellas cometidas en el mismo entorno de Gipuzkoa, también se consiguieron recabar los perfiles genéticos del violador, pero no había muchas más pruebas. El problema es que se trataba de un ADN anónimo. Es decir, se sabía que el agresor era una misma persona. Pero no se conocía su identidad. Básicamente, porque se trataba de una persona que no había sido condenada por delitos de estas características gracias al ADN. Su rastro estaba incluido en las bases de datos europeas, pero no se sabía quién era.
Según las fuentes consultadas por este diario, el supuesto agresor había incrementado su escalada de violencia sexual desde que empezó en 2012 en Tolosa. Sus primeros ataques se centraron en chicas que volvían solas después de una noche de fiesta. Era lo que se conoce como un depredador «al acecho». En esta última ocasión, en cambio, los investigadores sospechan que estuvo espiando a su víctima antes de atacarla.
Esta última vez, el autor actuó con premeditación y alevosía. Fue al piso de la joven provisto de una sustancia para neutralizar su resistencia e impedir que pudiera identificarle. Asimismo, tampoco le dio la oportunidad para defenderse, ya que en cuanto abrió la puerta fue golpeada. Además, esperó a que la chica saliera de su casa, lo que demuestra que conocía sus hábitos, sobre todo la hora a la que abandonaba el piso para ir al trabajo.
El ataque generó una ola de indignación. Ya el mismo domingo, a las pocas horas de cometerse el delito, cientos de vecinos secundaron el llamamiento de condena.
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