Por Asia y África en tándem
Tras recorrer en bici 9.500 kilómetros por once países asiáticos, Iñaki Pagola y su mujer, Garbiñe, ponen rumbo a África en otra gran aventura que les llevará de Ruanda a Suráfrica
Ane Urdangarin
San Sebastián
Sábado, 29 de febrero 2020, 19:46
Con una cena en una sidrería se despidieron este miércoles Iñaki Pagolay su mujer, Garbiñe, de sus familiares y allegados. Tras recorrer once ... países de Asia en una tándem, esta pareja guipuzcoana vuelve a subirse a la bicicleta para emprender otra gran aventura que, en esta ocasión, les llevará a África. También con billete solo de ida. «Estamos muy ilusionados, y a la vez con mariposas en el estómago», con la lógica inquietud que genera adentrarse en el que para ellos es el continente más desconocido. «Los amigos nos dicen que tengamos cuidado, que allí hay animales grandes y creemos que nos va tocar dormir más de lo habitual en la tienda de campaña», dice Iñaki medio en broma... medio en serio.
Iñaki Pagola Guruceaga es de Alegia, vecino de Donostia y profesor de inglés en el centro escolar de Aduna. Hasta el 1 de septiembre disfruta de un curso sabático que está aprovechando para vivir como un nómada, viajando en bici conociendo lugares y gentes, una afición que comparte con su mujer y que exprime aún más tras superar un considerable problema de salud: en un viaje a los Estados Unidos empezó a sufrir síntomas de una enfermedad congénita en el corazón del que fue diagnosticado posteriormente en Policlínica Gipuzkoa. Tras serle sustituida la válvula aórtica y recuperarse, Pagola se subió de nuevo sobre las dos ruedas, esta vez de una nueva bici tándem que se desmonta en tres piezas, comprada en Alemania, y que estrenaron en su aventura asiática. «Nos ha funcionado muy bien».
Tras acabar el curso el 30 de junio, la pareja voló el 2 de julio a la capital de Corea del Sur, Seúl. Desde allí se trasladaron a Japón, donde cruzaron los Alpes de Kioto a Tokio, y una vez en Taiwán, pedalearon 1.100 kilómetros para conocer toda la isla. China fue la siguiente 'parada', para continuar por Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia, Malasia, Indonesia y Singapur. En total, 9.500 kilómetros por once países en casi seis meses. Una experiencia «muy interesante» y en buen momento, «porque mira lo que está pasando con el coronavirus. Ahora hubiese sido imposible».
China les ha resultado el país asiático más difícil, entre otras cosas por la imposibilidad de conseguir una tarjeta prepago para el móvil, «que solemos usar como GPS, para buscar lugares o organizar rutas... Recorrimos el sur de China, no teníamos internet en el móvil y por mucho que lo intentásemos no conseguíamos una tarjeta prepago». Porque Google no es accesible en China, «así que no teníamos ni Google maps, ni el traductor, ni gmail ni opciones de colgar cosas en nuestro blog (www.tandembidaiak.com) ... Y para comunicarnos era muy difícil en los pueblos pequeños donde no saben inglés. Por señales les indicábamos que queríamos comer y dormir, y nada... En un pueblo montañoso nos encontramos con un puente roto y éramos incapaces de que nos indicaran una ruta alternativa». Así que se tuvieron que enfrentar a la imposibilidad de acceder a la tecnología, aunque emplearon otras aplicaciones, que habitualmente facilita sus periplos.
Así y todo, los ciudadanos chinos les parecieron gente «maja». Conocieron sobre todo localidades muy pequeñas, donde lo que más le llamó la atención fueron sus mercadillos, «muy curiosos. Es un poco fuerte decirlo, pero comen de todo: perros, gatos, serpientes... los tenían colgando. Los despellejan allí mismo. Y al borde la carretera se veía a gente desplumando patos, pollos...».
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Laos ha sido el país más bonito que han visitado. «Nos ha encantado». Sus paisajes, con los arrozales, son «preciosos. Muchas veces parábamos en bici solo por el placer de contemplar el paisaje». Iñaki y Garbiñe se han traído el recuerdo de gente «muy maja» que vive «en una especie de caseríos de madera».
El mayor sobresalto lo sufrieron en Taiwán, cuando tras cenar una noche iban caminando por una zona en la que tampoco abundan las aceras y fueron arrollados por una furgoneta. «A Garbiñe le dolieron las costillas varios días». Creen que sufrió alguna fisura que superó a base de ibuprofeno.
El tiempo les ha acompañado y para comer tampoco han tenido problemas: noodles y arroz « a tope». El destino les ha resultado «muy económico si comes lo que comen ellos. Su modo de vida es muy muy barato. En cambio, si vas a sitios turísticos, como Tailandia, es más caro, precio turista».
Para encontrar alojamiento tampoco tuvieron mayores problemas excepto en Corea del Sur y Japón, «muy caros» y donde tuvieron que dormir más en la tienda que suelen llevar, «bien en campings o donde se podía». Pero al sur, en Tailandia y otros países, «no tuvimos problemas e incluso la gente nos invitaba a sus casas. Te ven en una bici tándem que llama la atención, te preguntan, les explicas de dónde vienes...». Suscitaban curiosidad. «En China nos sorprendió mucho que querían sacarse fotos con nosotros. '¿Será porque tenemos la nariz grande?', bromeábamos entre nosotros».
En los municipios más grandes se manejaban con el inglés, y en los pequeños con el móvil y los traductores. Solo reservaban habitación en algún establecimiento hotelero para cruzar fronteras, «porque para darte visado tienes que tener alojamiento», pero al pasar la muga habitualmente anulaban la habitación «porque tampoco sabíamos cuándo íbamos a llegar». Conseguir una tarjeta prepago y dinero en metálico solía ser la primera tarea tras pisar por primera vez un país nuevo. «Y luego familiarizarnos con las cantidades, porque muchas veces llevábamos un montón de billetes y resulta que no era tanto dinero».
Volvieron para Navidades y ahora emprenden el segundo periplo del curso sabático. Este viernes volaron a Ruanda y desde allí se dirigirán a Tanzania, Malawi, Zambia, Botsuana, Namibia y Suráfrica, para finalizar en Ciudad del Cabo. «Será el continente más desconocido hasta ahora, y no sé si será el más difícil. Tendremos que dormir mucho en la tienda de campaña». Viajan muy ilusionados y también con algo de inquietud. «Cuando fuimos a Asia casi no sabía muy bien dónde estaban todos los países, y ahora estamos igual...», a punto de retomar la vida nómada, «en la que vives a tope desde la mañana hasta la noche. Se trata de ir adelante, viviendo experiencias nuevas, conociendo paisajes nuevos y gente nueva».
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