Antxon Olabe: «Nos debemos preparar para desastres climáticos más graves»
Economista ambiental. ·
Al experto eibartarra le preocupa que «en pueblos y ciudades de Euskadi se estén alcanzado máximas de 42 grados»Ha dedicado los últimos treinta años de su vida a conocer en profundidad el cambio climático, reflexionar sobre el mismo y escribir en clave pedagógica. ... Antxon Olabe (Eibar, 1955) es economista ambiental y uno de los asesores más influyentes de Teresa Ribera, vicepresidenta experta en energía del Gobierno y ahora vicepresidenta de la Comisión Europea.
– ¿Cuánto tiene que ver la ola de incendios con el cambio climático?
– Tiene todo que ver con la fase de cambio climático en la que nos hemos adentrado. Obviamente, cuando bajas la lupa al ámbito operativo, hay que tener en cuenta las labores de prevención que se han llevado o no se han llevado a cabo, pero lo que es importante es entender el telón de fondo en el que está ocurriendo esto.
– Se refiere a asumir que el clima está cambiando.
– Es que ya tuvimos una oleada de incendios dramática en 2002, la dana catastrófica de Valencia, sequías durísimas.... La única postura inteligente es unir los puntos y darnos cuenta, con la información que nos da la ciencia, del contexto más amplio.
– ¿Se veían venir los incendios?
– El aumento de la temperatura media ya es importante en España, con un incremento de 1,8 grados respecto al tiempo preindustrial, es decir, muy por encima del incremento global, que es de 1,36 grados. La región del Mediterráneo es un 'hotspot', punto caliente de la crisis climática, por su cercanía a la masa continental africana. Si tienes eventos extremos como sequías y olas de calor, y si el 40% de la superficie del territorio nacional es arbolada, y si buena parte de ese territorio está casi despoblado con lo que las labores de gestión forestal se encuentran en mínimos...
– Aquí, en Gipuzkoa, hemos sufrido inundaciones. ¿Es otra cara de la misma moneda?
– A cada fenómeno hay que hacerle su estudio de atribución, pero lo que la ciencia nos advierte desde hace 35 años es que los eventos climáticos extremos se van a hacer más intensos, más duraderos y van a abarcar superficies más extensas: danas, incendios, tormentas, ascenso de nivel del mar, sequías...
– ¿Qué hacer ante ello?
– Es muy importante disminuir la vulnerabilidad. Prepararnos. Es la única actitud inteligente. Sabemos que esto va a ir a más porque la alteración del clima responde a leyes físicas y químicas. La naturaleza no negocia, simplemente reacciona
– Irá a más. ¡Lo dice tan seguro!
– Es inevitable que vaya a más, porque va a seguir incrementándose el aumento de la temperatura al menos los próximos años y décadas, esperemos que luego se curve como resultado de una disminución drástica de las emisiones globales. Por eso nos tenemos que preparar para un escenario con impactos más graves y frecuentes. Es el mensaje.
– ¿Qué está en nuestras manos?
– Reducir la vulnerabilidad. Ahí sí tenemos mucho recorrido. No es lo mismo que estos incendios de sexta generación nos cojan con una prevención (gestión del territorio y gestión forestal) relativamente débil, a que tengamos todo un sistema nacional de prevención funcionando todo el año, con un nivel profesional óptimo. Porque, insisto, los impactos no solo van a ocurrir, se van a agravar. La ciencia asegura que antes de 2030 se va a sobrepasar el umbral de los 1,5 grados.
– ¿Nos lo estamos tomando suficientemente en serio?
– Aquí, en Euskadi, el Gobierno Vasco y las diputaciones forales llevan años tomándose en serio esta problemática. En Gipuzkoa, por ejemplo, hay un observatorio sobre cambio climático dependiente de la Diputación Foral. Hay numerosos estudios de entidades como Ihobe y Azti.
– Tal vez aquí no tengamos incendios devastadores pero, ¿en qué puede sufrir más Euskadi?
– Hablamos de impactos en la costa, de sequías en el sur del territorio (la parte de Álava de clima mediterráneo), de inundaciones de los ríos, así como de afecciones a la agricultura y a los sistemas naturales. Nuestros bosques autóctonos van a sufrir mucho porque no les va a dar tiempo a adaptarse a un cambio de temperatura tan acelerado como el que se está produciendo.
– ¿Cómo debemos prepararnos ante lo que viene?
– Hay que crear y fortalecer los corredores ecológicos que integren la CAV para que las especies de flora y fauna puedan desplazarse y así adaptarse mejor ante la alteración del clima. Me preocupa que en pueblos y ciudades del País Vasco ya se estén alcanzando temperaturas máximas de 42 grados. Vamos a conocer puntualmente en los próximos años, no quizás en San Sebastián por el importante efecto moderador del mar, pero sí en otros lugares, picos de temperatura de 45 grados.
– ¿Se están tomando medidas?
– Sí, se toman, pero van por detrás de la rapidez con la que nos adentramos en la emergencia climática. En 2003 hubo una ola de calor en el sur de Europa en la que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se produjeron unas 60.000 muertes prematuras. A raíz de aquel desastre, se pusieron en marcha sistemas preventivos de alerta a la población. Hoy, cuando se acerca una ola de calor, Aemet avisa con días de antelación. Asimismo, se han creado numerosos refugios climáticos en muchas ciudades. Incendios y danas catastróficas nos indican que la rapidez de los impactos del cambio climático precisan un salto en la preparación.
– Vamos, que no estamos suficientemente preparados.
– En mi opinión, muchísimos ciudades no están bien preparadas para soportar temperaturas máximas de 45 grados. Dentro de una década van a estar rozando máximas de 50 grados.
– ¿Qué propone?
– Defiendo que se haga obligatorio, por ley, unos estándares mínimos de naturalización de las ciudades por razones de salud pública. Zonas verdes, espacios húmedos y con agua, una red extensa de refugios climáticos, reverdecer fachadas, ir sustituyendo el oscuro asfalto que es poderoso generador de calor. Tengamos en cuenta que por el efecto 'isla de calor', las ciudades llegan a tener hasta cinco y seis grados más que la temperatura existente fuera del ámbito urbano.
– Dice que se haga por ley pero, ¿observa un consenso amplio entorno a esta cuestión?
– Ojalá que se pueda forjar un pacto de Estado entre las fuerzas parlamentarias mayoritarias. Yo, al menos, sí tengo una idea de dónde tendrían que estar los ejes principales de un acuerdo.
– Adelante.
– Primero, prepararnos multiplicando los recursos económicos, técnicos y humanos para la extinción de incendios. En cinco o diez años, España se habría de convertir en el país más avanzado del mundo en prevención y gestión de incendios. Segundo, revisión sistemática de las edificaciones construidas en zonas inundables como resultado de tormentas y danas. Hay que hacer una revisión en profundidad de los sistemas de alerta existentes. Tercero, preparar una ayuda sistemática e integral al campo (agricultura, ganadería, zonas rurales) porque ellos están en primer línea ante la emergencia climática y son los custodios naturales del territorio y los bosques Cuarto, la adaptación de pueblos y ciudades ante mencionada.
– ¿Dónde queda aquello de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?
– Eso por supuesto. La mitigación y adaptación son dos ámbitos complementarios. Lo que pasa es que la mitigación, es decir, la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, tiene que ocurrir a nivel mundial, porque las emisiones no conocen fronteras. Las que se originan en San Sebastián y las de Pekin tienen el mismo efecto.
– ¿Cómo va esa mitigación a nivel mundial?
– Europa está haciendo un esfuerzo muy importante en materia de emisiones. De hecho, ya las ha reducido un 40% respecto 1990. Pero las emisiones globales no han alcanzado todavía el cenit porque en otras partes del mundo se han seguido incrementando, en particular en China. Las conversaciones mundiales –dentro de pocas semanas Brasil albergará la COP30 sobre cambio climático– son las ocasiones para llegar a acuerdos y acelerar la mitigación, especialmente de los grandes emisores: China en primer lugar, EE UU después, India en tercer lugar...
– ¿Está la economía detrás de las reticencias para tomar medidas medioambientales?
– Seamos rigurosos. El origen de la crisis climática se debe a que la columna vertebral del sistema energético mundial desde la revolución industrial la han configurado los combustibles fósiles. Esa es la clave. El 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de 2024 se debe a la combustión de carbón, petróleo y gas. Lo que hay que cambiar es el sistema energético que sostiene la economía. Tenemos que retirar el carbón, lo que en Europa y EE UU ya ha ocurrido en gran medida, no en China. Y en plazos más holgados tenemos que ir retirando gas y petróleo. No hay otra solución.
– ¿Es optimista?
– La generación eléctrica con renovables ya se está imponiendo y eso es muy importante. ¡El 90% de las inversiones mundiales en generación eléctrica en el año 2024 fueron en renovables! Esa transformación ya está ocurriendo.
«Hay que decrecer en impactos, no en dígitos económicos»
– En su libro 'Necesidad de una política de la Tierra' escribió que «implicarse en la respuesta a la crisis climática ha sido la misión de mi vida adulta».
– Es cierto. En los treinta años que llevo dedicado a este tema, lo he vivido como una misión. Tuve la suerte de formarme en temas ambientales en el Reino Unido, en la Universidad de York, entre 1993 y 1995, y desde entonces tuve la formación de las bases científicas del cambio climático. Desde el minuto uno vi que iba a ser una cuestión crucial para la humanidad.
– Lo que pasa es que lo debe ver así todo el mundo...
– Efectivamente. Desde 1995 hasta 2005 lo viví un poco como una travesía en el desierto. Entre 2006 y 2015 comienzan a surgir algunos oasis. La última década a partir del Acuerdo de París en 2015, la situación ha cambiado cualitativamente. La sociedad vasca, española y europea están plenamente concienciadas. La respuesta a la crisis climática ya está en el máximo nivel nacional, europeo e internacional.
– Y en la preocupación de la gente.
– Claro, es que ya no son solo los mensajes científicos. El ciudadano de a pie comprueba de primera mano los impactos en forma de temperaturas extremas, veranos más largos, episodios extremos de sequías o danas.
– Hay quien dice que la única manera de tomarse en serio esto es decrecer económicamente.
– Yo soy más partidario de decrecer en los impactos ambientales y climáticos que generamos en los sistemas naturales y humanos, así como en la salud de las personas. La propuesta de decrecer el tamaño de la economía, creo que es llevar el debate a un lugar algo abstracto y difícilmente entendible por la sociedad. Lo que se ha de hacer es tener unos sistemas energéticos, unos sistemas de transporte, unos sistemas de electricidad, de calefacción en hogares e industrias... tener una agricultura regenerativa... de manera que sean los impactos climáticos y ambientales los que decrezcan. A partir de ahí, que el PIB siga creciendo, si reducimos los impactos, bienvenido sea.
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