Ya va para un mes desde que se inmiscuyó en nuestras placenteras y despreocupadas vidas el 'fenómeno pélet'. Todo un electroshock recorrió nuestros cuerpos al ... sentir que nuestras playas podían llenarse de bolitas de plástico como ya estaban sufriendo los arenales de Galicia. Fueron momentos de zozobra para una sociedad acostumbrada, y hasta cierto punto necesitada, de catástrofes o plagas que sirvan como tema de conversación y de debate, pero de los que, en líneas generales, tenemos escasa información y queremos avanzar en su conocimiento a marchas forzadas. Todo ello, aderezado por el característico enfrentamiento político que aliña y polariza la opinión sobre cualquier tema que pueda considerarse importante. Así como echando la vista atrás se nos podría caer el alma a los pies por actitudes o acciones que se registraron durante la pandemia del Covid, ahora teniéndolo tan fresco podemos hacer un análisis similar con nuestra particular forma de gestión de la 'crisis de los pélets' y lo especialistas que somos en autoalarmarnos.
El 'Toconao', el barco que transportaba los sacos de pélets, perdió su carga el pasado 8 de diciembre frente a las costas gallegas. La marea de microplásticos comenzó a asolar sus playas ya iniciado 2024, y comenzaron extenderse por Coruña y la ría de Vigo tras el día de Reyes. Entonces comenzó a ampliarse ese miedo a una marea de bolitas por todo el Cantábrico. Euskadi, por si las moscas, activó su plan de emergencia el día 9 de enero. Y en ese momento comenzó a desencadenarse el 'fenómeno pélet'.
Las bolitas del 'Toconao' habían tardado casi un mes desde su caída al mar en llegar de una forma regular e importante a las costas gallegas, pero de repente parecía que en 24 horas los pélets habían avanzado millas y millas hasta llegar incluso a la playa de Zurriola en Donostia. «Ya están aquí», describía como si de la película 'Poltergeist' se tratara un usuario en redes con un puñado de bolitas de plástico con la imagen con el Kursaal de fondo. Ni Iker Jiménez podría razonar ese fenómeno paranormal de que en un día los plásticos estuvieran solo en Galicia y a la tarde siguiente ya alcanzaran los arenales guipuzcoanos y también se recogieran muestras en varias playas de Bizkaia. ¿Se habrían teletransportado?
Ni Iker Jiménez podría razonar que en 24 horas los pélets pudieran llegar desde Galicia a Gipuzkoa
Evidentemente la información sin contrastar corrió como la pólvora y entonces se nos encargó a los periodistas hacer, como ya se está convirtiendo en habitual, la tarea inversa a la que nos correspondería. En vez de acudir al lugar para informar de lo que en realidad está pasando; ir a ese punto para tratar de refutar algo que una persona dice que está pasando. Una tarea que acaba siendo agotadora y nada gratificante, ya que al margen de tratar de informar de forma correcta, normalmente muchos te terminan acusando de manipulador o falso tras dejarles en evidencia por tragarse todo lo que ven en redes y generar alarma o desinformar. Valdría recurrir a la frase Manuel Jabois en su último libro 'Mirafiori', en la que apunta que «la perdición de las personas empezó cuando creyeron que hay maneras de saber lo que pasa sin verlo».
Todo el mundo se creyó que «ya estaba aquí» la marea, cuando la realidad es que siempre ha estado aquí esa cantidad de basura de plástico que llena nuestra playas. Lo único que había que hacer era que nuestro cerebro estuviera condicionado para mirar y comprobar toda esa mugre que llega y se pierde entre la arena en nuestra playas. En definitiva, darnos cuenta de que somos más guarros que un contenedor perdido por un barco.
Pensar que eran pélets del 'Toconao' era una idea superromántica, más que recoger un tapón de ginebra MG o un colgador de cortinas que ha tomado un color sepia por la arena, el agua y el sol después tantos días en nuestras playas y siendo pisados con indiferencia.
El miércoles se recogieron 13 kilos de bolitas de plástico en playas gallegas... y 736 kilos de otros plásticos
Ninguna de las bolas de plástico recogidas en playas vascas es del 'Toconao' y Galicia ha trasladado un dato que nos debe hacer reflexionar. El pasado miércoles se recogieron 13 kilos de pélets en las playas gallegas... y 736 kilos de otros plásticos que podían haberse depositado en el contenedor amarillo. Casi 60 veces más. Pero nadie les hace una foto.
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