Los acusados por intento de asesinato de su bebé niegan los zarandeos y apuntan hacia «una enfermedad genética»
Aseguran que la niña era «muy deseada» y que varios médicos han confirmado «sintomatología de un posible virus»
Los progenitores acusados de intento de asesinato de su bebé de tan solo dos meses por el conocido síndrome del niño zarandeado han negado este lunes las acusaciones vertidas por la Fiscalía. Ambos han declarado en la primera sesión del juicio que se celebrará hasta este jueves en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, lo que ha supuesto la reapertura de la actividad judicial. Los dos procesados, que se enfrentan a una condena de siete años y siete meses, niegan «rotundamente» haber realizado «algo que pudiera causarle una lesión» a la niña, que entre otras afecciones se le diagnosticó estatus epiléptico, varios hematomas en la cabeza, hemorragias retinianas en los ojos e hipertensión intracraneal.
La primera jornada de este procedimiento que durará cuatro días ha arrancado con la intervención de la madre del bebé, que ha expresado su desacuerdo con el diagnóstico elaborado en el Hospital Donostia. «No la zarandeamos y los dos sabíamos perfectamente que algo así no se puede hacer». La encausada descarta «cualquier caída o golpe que le pudiera haber causado algo así». También ha mostrado total confianza hacia su marido, asegurando que «no sería capaz de hacer algo así y que es completamente consciente de que no se puede zarandear a un bebé. Era una niña muy deseada por parte de ambos, teníamos muchas ganas de tenerla».
La declaración, que ha empezado con el interrogatorio dirigido por el ministerio fiscal, ha proseguido remontándose al momento del parto. «Tuvimos problemas en el embarazo porque se había girado, incluso pensaron en hacerme analíticas. Tuvieron que practicarme una cesárea, costó mucho que saliera y cuando lo hizo no le hicieron los primeros cuidados encima de mí, se la llevaron unos 20 o 30 minutos antes de que nos dieran el alta». La madre de la niña ha indicado que «antes del alta le hicieron pruebas en la cabeza, en el abdomen y en el aparato urinario», y ha añadido que «a un bebé que ha nacido sano no le hacen esas pruebas».
Después de abandonar el hospital comenzó, según cuenta la acusada, un periodo de «problemas, dolencias y consultas» en centros sanitarios. «A los tres días tuvo un sangrado vaginal y la llevamos a urgencias de la Policlínica Gipuzkoa. Nos dijeron que era normal, que podía ser por un desplazamiento de hormonas durante el parto». Durante las primeras semanas, asegura la madre, «el bebé no cogía peso suficiente y nuestro entorno empezó a decirnos que le pasaba algo».
Esta situación se prolongó con episodios de hematomas que le salían «de manera frecuente» o pequeñas fisuras. Un pediatra les sugirió que le realizaran «pruebas de sangre» debido a las dolencias presentadas. La procesada ha confirmado que sufrió «depresión posparto» y que estuvo «medicada» durante un tiempo, aunque puntualiza que «estábamos infinitamente felices con nuestra hija». Volviendo con las patologías que seguía presentando el bebé, en sus primeros meses de vida se le detectó una «posible infección de orina y una pequeña cardiopatía», para los cuales se le recetaron antibióticos y medicamentos que «no funcionaron», causándole «diarreas y vómitos».
Este fue el inicio del ingreso en el hospital que derivó en el diagnóstico por el que están siendo juzgados. «Empezó a rechazar las tomas y se aletargó. Parecía que quería que le dejásemos dormir. La subimos rápidamente a urgencias y nos dijeron que iban a ingresarla porque parecía que estaba deshidratada». En estas primeras intervenciones en la Policlínica, «no le encontraban la vía y tuvieron que pincharle unas 5 veces» hasta que «una enfermera de neonatos se la encontró». Le aplicaron «suero» y se mantuvo bien, pero «al tercer día empezó a vomitar después de cada toma». Probaron «de todo» esa semana pero no funcionó. «Dejó de comer y perdió mucho peso, lloraba desconsoladamente como si algo le doliera mucho», apunta la madre del bebé. «Volvió a aletargarse y en Policlínica nos dijeron que tenían que trasladarla al Hospital Donostia». La encausada ha destacado que «en todo ese tiempo jamás se habló del síndrome del niño zarandeado».
Ya en el Hospital Donostia presentó «síntomas raros, lloraba, abría los ojos muy fuerte y se volvía a aletargar». Decidieron ingresarla «en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Donostia, donde comenzó a convulsionar». Fue entonces cuando «le realizaron un TAC y le detectaron un sangrado cerebral, no sabíamos nada». Seguidamente se le practicó «una prueba de fondo de ojo» en la cual se le encontraron «hemorragias retinales». Esta exploración fue la que provocó la apertura del protocolo de maltrato por «sintomatología compatible con el síndrome del niño zarandeado», diagnóstico con el que la madre se siente «para nada conforme». Se procedió a retirar la patria potestad a los padres de la niña, que pasó a ser acogida por los tíos maternos en su domicilio en otra comunidad fuera de Euskadi.
Según ha expuesto la progenitora del bebé, en los meses posteriores al incidente «varios médicos nos han sugerido que puede tratarse de una enfermedad genética que pudo manifestarse dos meses después del parto». Pese a contar con un seguro médico, la madre de la niña asegura que han llevado a cabo «un esfuerzo económico considerable acudiendo a médicos, catedráticos y diferentes expertos para averiguar qué le sucedía». Un neurólogo que ha tratado el caso les ha confirmado la posibilidad de que su hija tenga «una enfermedad ultrarrara», valorando la posibilidad de trasladarla a «una unidad de enfermedades raras».
Una vez concluida la intervención de la madre ha llegado el turno de su marido, que ha transmitido su «conformidad» con lo declarado por su pareja. «Confío plenamente en ella, estaba en perfectas condiciones de cuidar a nuestra hija. No hubo ningún zarandeo».
Tras esta primera sesión, el procedimiento continuará su curso mañana y se prolongará hasta el jueves con declaraciones de médicos y peritos.