Las defensas de los dos procesados se acusan entre sí de la muerte de Aintzane

En cuanto a la mujer que en el momento de los hechos tenía 23 años, la defensa ha expuesto que su defendida «sufre una discapacidad psíquica del 78%» y que «en el minuto a minuto de la película veremos que no todo está tan claro. No digo que no haya cometido la acción, pero sí que la protagonista no tuvo ninguna otra opción porque tenía el convencimiento de que si no hacía lo que el procesado le decía la que iba a acabar muerta sería ella».

La defensa de la joven sí ha reconocido que «dio varias cuchilladas» a Aintzane Pujana porque «dejó llevar su mano, se vio atrapada ante la posición de dominio y fuerza» de su pareja. «Estaba a su merced».

Ante la acusación de la otra defensa de que fue ella la única autora de los hechos y la que trasladó el cadáver en el coche, la defensa de la mujer, que «sufre trastorno de personalidad», ha expresado que «no sabe conducir, mide 1,60 metros y por aquel entonces pesaba 50 kilogramos», dando a entender que no era «capaz» de realizarlo.

Además, la defensa de la acusada ha querido reivindicar que «ha colaborado con la Ertzaintza y confesó con todo detalle» tras su detención, «lo que ha ayudado a recoger pruebas fundamentales». En la línea del relato de la Fiscalía, que ha afirmado que «el acusado lo organizó todo, y aunque ella se niega a colaborar, termina haciéndolo por temor de terminar igual». Es la defensa de la mujer acusada la que ha transmitido que «Aintzane también sufría una discapacidad psíquica, del 55%» y que durante el juicio presentará una prueba de la «funda roja del cuchillo que tiene el ADN del acusado».

Por su parte, la defensa del acusado ha apuntado la responsabilidad de la muerte de Aintzane a la otra procesada. La lectura de su escrito de defensa ha sido dirigida prácticamente en su totalidad a señalar a la otra acusada como «la autora fundamental» de los hechos. Así, «el único fallo» de su defendido en los hechos fue «enamorarse de esta chica». Una mujer que, en su opinión, pretendía dar en la vista oral una imagen de vulnerabilidad, al haberse presentado «con el pelo recogido» y «con gafas». Pero lejos de esa imagen «como si fuera una monja» que ha calificado de «teatro», se escondería una mujer «agresiva» y capaz de conducir «pese a no tener carné».

La ha definido como alguien plenamente responsable de sus actos que no acreditó tener un 78% de discapacidad hasta una vez entró en prisión, que fue «cuando empieza a pedir la incapacidad» que ha alegado en su defensa.

Asimismo, ha hecho referencia a la «agresividad» que la joven ya mostraba cuando era menor de edad, lo que llevó a su padre a «otorgar su tutela a Diputación porque no podía con ella». Y «con 13-14 años», la encausada «se escapó de la tutela» foral y «ya se prostituía».

En este sentido, según la letrada del varón, fue ella la que voluntariamente «insistió en hacer vídeos sexuales» que luego los dos acusados ofrecerían a cambio de dinero.

También ha cuestionado la abogada que la mujer viviera atemorizada por la influencia del varón. «Cuando el 4 de enero de 2021 los dos testificaron ante la Ertzaintza», todavía no como sospechosos, «nunca dijo que sentía miedo. Se mostró risueña y dicharachera».

Ambas defensas han pedido que sus acusados declaren en último lugar, petición que ha sido aceptada por lo que no se expresarán este viernes.