Accidente en la Zurriola
«La ola me mató y he vuelto a nacer»El italiano Enrico Baldini fue hospitalizado por una posible lesión medular por un accidente en la Zurriola el 22 de agosto; tras recibir el alta y casi recuperado revive el día en que volvió a nacer
Con la cabeza bajo el agua y sin poder mover «ninguna» parte de su cuerpo, el italiano Enrico Baldini llegó a pensar que «moría» ... el pasado 22 de agosto en la playa donostiarra de la Zurriola. Sus vacaciones en San Sebastián, a donde había viajado con su mujer Maria Novella y sus hijas Bianca y Anna, de 14 y 7 años respectivamente, no finalizaron como estaba planeado. La víspera de partir de vuelta a su casa en Florencia fue noticia por un fatal accidente en el que temió por su vida: tuvo que ser ingresado en el Hospital Donostia por el golpe de una ola que casi le causa una lesión modular. Tras recibir el alta este miércoles y, ahora sí, de camino a su querida Italia, este hombre de 48 años recuerda lo vivido aquel fatídico martes en la ciudad donde, asegura, ha vuelto a nacer.
Era uno de esos días veraniegos en los que los arenales guipuzcoanos se llenan de gente. Con la idea de exprimir las vacaciones, la familia Baldini-Novella alquiló un bodyboard para jugar en la orilla. Enrico quería coger olas con las niñas, pero al no saber surfear –«somos principantes en esto»– se decantaron por este tipo de tabla, que pensaban que «era más sencilla», aunque después han visto que «no es así». Durante algo más de una hora hicieron todo tipo de juegos con el bodyboard, que les sirvió para disfrutar de la Zurriola con sus características olas. Pero, de repente, una de ellas arrastró a Enrico hacia lo más hondo. Eran cerca de las tres de la tarde y «tenía la tabla bajo el tórax», explica en un perfecto castellano que aprendió cuando cursó sus estudios universitarios en Salamanca, hacia ya veinte años. Recuerda todo a la perfección porque estuvo consciente en todo momento. «Estaba mirando hacia la arena cuando una ola me subió y en cuestión de un momento me tiró con mucha fuerza hacia el suelo. Noté un golpe muy fuerte en la cabeza y ya no podía moverme nada», relata.
«No podía respirar»
En ese instante vio su vida pasar ante sus ojos. Es médico y sabía que podía haber sufrido una lesión medular por el impacto. «Tenía la cara bajo el agua y estaba inmóvil. No podía respirar. Pensé que me había quedado tetrapléjico pero no quería morir», relata en un tono sosegado. La historia, sin embargo, sigue. Y los minutos posteriores fueron igual o incluso más angustiosos. «Solo me repetía a mí mismo que tenía que aguantar. Alguien me podía ver».
Según le han dicho a posteriori, apenas fueron entre veinte y veinticinco segundos los que estuvo bajo el agua, pero a él se le hicieron eternos. Es más, «ya había asumido la muerte». Pero «de repente llegó un bañista con un socorrista y me salvaron la vida. Creo que fueron mis hijas, que vieron todo, las que les avisaron. Me llevaron a la arena y ahí solo podía respirar con el diafragma y mover algo la cabeza, nada más. Sentí muchas emociones, mucho miedo». Afortunadamente, todo quedó en un gran susto, seguramente el mayor de su vida. A los dos días recuperó el movimiento de sus piernas, si bien todavía tiene algo de parestesia en los brazos y dolor en los hombros. «El trauma fue muy fuerte», aunque desde su condición de médico está «seguro» de que se va a recuperar «por completo». Los socorristas fueron «muy eficaces», dice. Es más, les está tan agradecidos que nada más recibir el alta el miércoles fue a despedirse de la Zurriola, a donde asegura que volverá pronto, y dar las gracias a quienes le sacaron del agua.
«Me he sentido súper apoyado por todos los médicos y sanitarios del Hospita Donostia. Me han tratado fenomenal»
Una vez en el Hospital Donostia le hicieron un TAC y una resonancia, entre otras pruebas. Allí vieron que tenía «una fractura de la primera vértebra cervical (C1), pero no era muy grave, si no hoy no estaría aquí». Donde realmente había sufrido más su cuerpo era entre la C2 y C6. «Ahí tenía un edema que fue el responsable de la parálisis», matiza. En total ha estado dos semanas ingresado, tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y el resto en planta. La recuperación está siendo «muy rápida», si bien «la peor parte se la llevó el tronco» del cuerpo.
Un 'hasta pronto'
Los primeros días estuvo acompañado de sus hijas y su mujer, que cuando sucedió el accidente se encontraba en la arena y no fue testigo del golpe. El plan era volver a Italia al día siguiente del percance, pero en esa situación no había ruta de viaje que valiera. Cuando vieron que la evolución era favorable, ellas regresaron a su país y a comienzos de esta semana los hermanos de Enrico se acercaron hasta San Sebastián para, ahora sí, llevarle a él de vuelta. Antes, sin embargo, él tenía una deuda pendiente consigo mismo. Quería despedirse de San Sebastián con un buen sabor de boca, porque, a fin de cuentas, «es una ciudad maravillosa» en la que defiende que ha vuelto a nacer. Y no solo eso, «me he sentido súper apoyado por todos los médicos y sanitarios. Me han tratado fenomenal».
«Pensé que me había quedado tetrapléjico, con la cabeza bajo el agua, pero no quería morir. Me decía a mí mismo que aguantara»
Por eso, el miércoles fue a la playa de la Zurriola, a ver el lugar donde ocurrió todo. «Fue lo primero que hice nada más salir del Hospital Donostia. No quiero tener miedo de esto en el futuro. Volveré a San Sebastián muy pronto, es una ciudad increíble en la que me han tratado muy bien». Mientras tanto, se lleva una lección de por vida: «Bajar el ritmo. Esto me ha cambiado. Puede parecer un tópico, pero ya no soy el mismo que hace dos semanas. He tenido tiempo de pensar cómo quiero vivir la vida. Siempre estoy estresado, muchas veces priorizo el trabajo hasta que me he dado cuenta de que en un segundo puede cambiar todo, y también terminar. Tenemos que aprovechar más el tiempo con la familia y nuestros seres queridos», reflexiona en una de las paradas de regreso a casa, en el Pirinero, aún con collarín.
«Habría sido útil que me hubieran dicho los riesgos de la Zurriola»
Enrico Baldini alquiló el bodyboard en uno de los locales que se dedican al arrendamiento de este tipo de tablas. Su idea era pasar unas horas jugando en la orilla, pero no sabía los peligros que podía conllevar esta actividad en una playa como la Zurriola. «La responsabilidad es mía, pero habría sido útil que me hubieran dicho los riesgos de este arenal», dice. «Estaría bien que a los turistas, que no conocemos esta playa, se les explicara esto para evitar más accidentes similares». Aunque este tipo de accidentes pueden ocurrir en cualquier otro arenal, la Zurriola es el más inseguro de Donostia por las corrientes y las olas orilleras. La corriente de retorno es la que obliga a realizar numerosos rescates cada temporada. El agua fluye desde la orilla hacia zonas más profundas y puede tener mucha fuerza, llegando a arrastrar a los bañistas mar adentro. Estas corrientes ocurren principalmente en bajamar y media marea, en la zona central-este de la playa y junto al Kursaal, pero en esta última con menor intensidad.
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