Toda una vida dedicada a la Iglesia
Dieciséis religiosos de la diócesis celebran los 50 y 60 años de sacerdocio
AIENDE S. JIMÉNEZ
Martes, 9 de mayo 2017, 07:08
Bartolo Auzmendi es un cura muy conocido en Gipuzkoa. En sus sesenta años de sacerdocio ha sido el párroco de pequeños pueblos como Zizurkil, donde comenzó su vida eclesiástica con 24 años, pero también de grandes iglesias como la catedral del Buen Pastor, en la que trabajó durante 18 años, hasta su jubilación. Desde hace cinco años convive con otros sacerdotes retirados en la residencia del Seminario de San Sebastián, que ayer acogió una ceremonia en la que él fue uno de los protagonistas. La diócesis de Donostia celebró las bodas de oro y de diamantes (50 y 60 años de sacerdocio respectivamente) de dieciséis párrocos. Para Bartolo, con ellos termina «un estilo de hacer iglesia».
Cuando se ordenó sacerdote, con apenas 20 años, su formación estuvo orientada «a hablar a los creyentes. Pero hoy la sociedad está secularizada, ya muy pocos niños se bautizan o hacen la comunión, y cuesta mucho más llegar a la gente». Para Bartolo, ser creyente hoy en día «es muy difícil, es ir a contracorriente, como los salmones, río arriba».
Los jóvenes son, en su opinión, el reto más importante que tiene la iglesia. «Te pongo un ejemplo. En las misas de los domingos cuando echas un vistazo solo se ve pelo blanco o calvas, no ves juventud». La pregunta del millón, tal y como asegura, es cómo conseguir que los más jóvenes se acerquen a una iglesia que reconoce obsoleta para la sociedad actual. «Cuesta mucho que chicos y chicas de 18 años se acerquen a misa viendo esas comunidades de edad tan avanzada», apunta el párroco nacido en Ataun, y que decidió dedicar su vida a promulgar la palabra de Dios con apenas 20 años.
Entonces la Iglesia vivía una «cristiandad masiva, en la que todo el mundo se bautizaba, todos los niños hacían la comunión y la gente se casaba por la iglesia. Ahora todo eso ha cambiado», señala Luis Fernando García-Viana. Ayer celebraba sus bodas de oro, 50 años en los que se ha dedicado especialmente a la enseñanza. «He sido profesor en el Seminario más de 20 años, especialmente de la Biblia», señala este melillense que durante su intensa trayectoria ha trabajado en países como Uruguay. «Han sido años muy felices», confiesa. Ahora, jubilado, reside también en el Seminario.
A Luis Fernando la vocación le llegó «de manera tardía», a los 27 años. «Lo normal en aquella época era ordenarse a los 23-24 años. Pero nunca sabes cuándo te va a llegar esa señal por la que dices 'voy a dar el paso'». Transmitir la fe a la juventud es, también para él, el principal reto que tiene l aIglesia, y no es optimista al respecto. «Lo veo muy difícil», dice apesadumbrado, aunque asegura «que lo seguiremos intentando».
Trece seminaristas
La ceremonia, en la que se homenajeó a siete sacerdotes que cumplían sus bodas de oro y a nueve que cumplían las de diamantes, estuvo oficiada por el obispo de San Sebastián. José Ignacio Munilla, quien destacó «su trabajo leal y honrado». En Donostia actualmente hay ocho seminaristas, «y en este curso esperamos que ingresen otros cinco», señala Juan Mari Etxeberria, párroco del Antiguo, y director gerente del Seminario. «Esta ceremonia tiene una gran importancia, es un acto de reconocimiento y de agradecimiento a todos ellos, pero también un acicate para aquellos jóvenes que ya están ejerciendo el sacerdocio o se están preparando para ello», aseguraba ayer.
Los homenajeados por las bodas de oro fueron Miguel María Amas, José María Etxebarria, Ángel Etxeberria, Luis Fernando García Viana, Pello Huizi, Manuel Pagola y Martín Tapia. Por su parte, Bartolo Auzmendi, Pablo Gonzalo Colino, Luis María Echeverría, Andoni Mirena Eizaguirre, Juan Goicoechea, Alberto Iñurrategui, Iñaki Larrañaga, Julián Urquiola y Sabino Zuazabeitia celebraron las de diamante, 60 años de ejercicio.