Las estrellas, inyección de autoestima
La Guía Michelin es discutible en sus criterios y estrellas, pero sigue siendo el mejor medidor del mundo de la gastronomía. Este año deja muy ... buenas noticias para el País Vasco en general y también para Gipuzkoa. Frente a quienes dicen que la cocina guipuzcoana ha perdido fuelle en relación con sus años dorados, las decisiones de la Michelin dan cuenta de que aquí se siguen haciendo muchas cosas, y lo que es mejor, muy diversas.
La estrella para el Itzuli de Igeldo da impulso al proyecto más personal de un veterano como Iñigo Lavado, curtido en mil batallas, que acaba de cumplir 50 años. El irunés se ha venido a la cima de Igeldo a cumplir el sueño de su vida, y lo hace con su mujer y sus tres hijos, todos implicados. Abrió en mayo y ya tiene la estrella, pero él mismo remarca que es solo el principio.
Las estrellas verdes a Hika y Ama premian otra forma de hacer las cosas, con máxima implicación en el territorio, en los mercados y en los productores. Tolosaldea lleva tiempo remarcando una identidad gastronómica singular que se refuerza con las distinciones a Roberto Ruiz, un pionero en la cocina de verdad, simbolizada en el universo de la alubia, y el equipo del Ama, ejemplo de cómo unos jóvenes cocineros salidos del Basque Culinary Center saben luego poner los pies en la tierra, literalmente.
Nuestros grandes popes se mantienen firmes en la Guía y la pluralidad se completa con el argentino que eligió Donostia para vivir, Paulo Airaudo, que sigue sumando estrellas, de Barcelona a Florencia, como una versión 2.0 del gran Martin Berasategui, y que está embarcado en la gran operación de trasladar su Amelia al María Cristina. La Michelin le mantiene las dos estrellas porque es solo un «cambio de domicilio». Con su carácter tan decidido va a por la tercera, incluso ya para el año que viene. Él ya lleva la autoestima puesta.
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