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ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA
Jueves, 27 de diciembre 2018, 14:50
Sabino Arana y Goiri ( 1865 - 1903) tuvo el morro fino. Es casi imposible sacar otra conclusión tras leer el largo menú que se hizo ... servir para la cena del 24 de diciembre de 1895. Nochebuena siempre ha sido una fecha adecuada para dispendios gastronómicos, pero el festín del líder nacionalista llama la atención especialmente si tenemos en cuenta que en ese momento se encontraba encarcelado en la prisión de Larrinaga (Bilbao). Acusado de diversos delitos (entre ellos, alboroto y conspiración a la rebelión), Arana entró en la cárcel bilbaína el 28 de agosto de 1895 y permaneció en ella hasta el 11 de enero del año siguiente, cinco meses y medio de encierro durante los cuales la sociedad vizcaína siguió diariamente las informaciones sobre su delicado estado de salud y su posible puesta en libertad. El político sufría la enfermedad de Addison y con ella debilidad, problemas intestinales (náuseas, vómitos, dolores abdominales) y otros síntomas severos.
Cómo pudo, en su situación, meterse entre pecho y espalda un menú de entremeses, nueve platos y cuatro postres más vinos resulta casi inimaginable. También lo parece la escena de semejante festín, muy alejado del típico rancho carcelario, en una celda de prisión. Arana era un preso célebre y como tal se le dispensaba un trato especial que ese día de Nochebuena incluyó la visita de su hermano Luis, Elías Lecue y Juan de Aranburuzabala además del permiso para disfrutar de una cena preparada en su casa de Jardines de Albia y enviada por su hermana Paulina. Se cuenta que el banquete fue servido incluso por los propios criados de su familia, desplazados hasta la cárcel de Zabalbide cargados de tarteras y botellas.
Pero veamos ya de qué constó el famoso menú: de entremeses aceitunas y anchoas, y como platos principales ostras, sopa de chirlas, ensalada de alubias, bacalao en salsa roja o a la vizcaína, angulas, besugo, bermejuelas, merluza frita y caracoles en salsa roja. De postre compota de manzana, pastel de ponche suizo, mazapanes y turrón de Jijona y yema, todo regado por vino de Aranburuzabala -suponemos que elaborado por la familia de su amigo Juan-, txakoli blanco, jerez, oporto, licor chartreuse y café. Una cena opípara que cumplía con los preceptos de abstinencia de carnes que entonces aún regían la víspera de Navidad.
Por si les entra a ustedes la curiosidad de recrear la minuta y no tiene el bolsillo tan lleno como los Arana, sírvanse de esta receta para ensalada de alubias blancas del libro de recetas de El Amparo (1930): «Se cuece la alubia puesta en agua fría y a la mitad del cocimiento se le echa la sal y aceite; que siga cociendo con ello y a las tres o cuatro horas de cocido se sacan con una espumadera a la fuente y rociadas con aceite frito con ajo, se sirven».
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