«Madre solo hay una, pero padre también»
Día Internacional de la Mujer ·
Aitziber Sotelo y Jesús Mari Aginaga pidieron jornada reducida tras el nacimiento de sus hijas y no hay día en el que no se dividan las tareas familiaresmacarena tejada
Viernes, 8 de marzo 2019, 06:31
Ambos son policías municipales en Berastegi. Ella es de Tolosa y él, de Villabona. Se conocen desde siempre, como quien dice. Es más, compartieron turno ... de trabajo durante más de 15 años. Una semana a las mañanas, la otra libre, otra a las tardes y la cuarta, de noches. Aitziber Sotelo y Jesús Mari Aginaga tenían el mismo horario laboral hasta hace un lustro, cuando nacieron sus mellizas Intza y Aizpea. Entonces tomaron la decisión que iba a cambiar, «de forma muy positiva», su futuro: pedir reducción de jornada. Ella y él. Sin distinciones.
Nada más dar a luz Aitziber, la pareja usó todas las libranzas posibles. Baja por maternidad, por paternidad, lactancia, vacaciones... Cuando llegó el momento de volver al trabajo ninguno quería separarse de sus bebés y tampoco tenían a los abuelos cerca para que les ayudaran con las niñas. Al tener el mismo turno, a priori, «la única alternativa era que uno dejara el trabajo y el otro continuara como hasta el momento. Pero no queríamos eso. Estábamos convencidos de que íbamos a ser los dos quienes conciliaran», explica Aitziber. Por eso, los días que ella trabaja Jesús libra, y viceversa.
Conciliación
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28.737 personas en Euskadi han interrumpido su actividad laboral en los últimos tres años por cargas excesivas de trabajo familiar o tras el nacimiento de un hijo.
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83% de mujeres dejaron de trabajar para dedicarse a sus hijos, según la Encuesta de Hogares y Familias del Gobierno Vasco
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32,5 millones de euros es el presupuesto anual del Gobierno Vasco para las ayudas a la conciliación: reducción de jornada y excedencia cuidado familiar.
En casa de los Aginaga Sotelo el trabajo en el hogar está dividido a partes iguales. Mitad y mitad. En cualquier caso, cada uno tiene sus preferencias. Aitziber suele cocinar -«es una chef excelente»-, mientras que Jesús Mari invierte más tiempo «partiendo leña» que luego usan para la chimenea, entre otras cosas. Respecto a sus hijas, los dos «dedicamos el mayor tiempo posible a estar con ellas. Solo van a tener 5 años una vez. Al igual que cuando tuvieron 1, 2, 3 o 4. Estos momentos no se van a repetir nunca», reflexiona su padre. Por eso, «ellas son mi prioridad».
Si bien la división de tareas en esta familia es real, es Jesús Mari quien habitualmente lleva a Intza y Aizpea al cole. A día de hoy se ha convertido en una ama más a las puertas del centro escolar, «pero no te creas, que a veces me siento desplazado -confiesa-. Las mujeres hacen sus grupitos y hay muy pocos hombres, pero yo me agarro a mis niñas y ya está. Voy encantado».
«Al principio no fue fácil lo de la reducción; se escuchan comentarios desagradables»
aitziber sotelo
Está inmunizado a situaciones que hace unos años no se habría imaginado. Por ejemplo, el momento del aseo. «Cuando quieren ir al baño, yo les acompaño. Estamos más acostumbrados a ver a una mujer con su hijo pequeño en el baño de chicos que a un hombre con sus hijas en el de chicas». En ocasiones, «sí he notado miradas fuera de lugar, pero estoy acostumbrado».
Estos son solo unos ejemplos de la situación que viven los padres que, como Jesús Mari, tienen reducción de jornada o pasan mucho tiempo con sus niñas. «Parece que somos muchos, porque cada vez somos más, pero todavía creemos que lo natural es que la madre tenga el peso en estas situaciones. De todas formas, aunque madre solo haya una, padre también hay uno solo», coincide la pareja.
No es un camino fácil
Ellos son «felices, el balance de esta decisión que tomamos cuando nacieron Intza y Aizpea es bueno», pero no ha sido un camino de rosas. «Al principio lo pasamos mal», admiten. Para ellos, «no fue fácil lograr este permiso de reducción. Nos pusieron pegas, aunque tenemos suerte de trabajar donde trabajamos. En el sector privado es todavía más complicado», apunta Aitziber. Aún hoy «a veces escuchas comentarios desagradables al respecto, como si la gente no lo entendiera». Además de las habituales trabas que les pusieron en el trabajo, «por mucho que uno de los dos estuviera siempre libre, cuando eran recién nacidas teníamos que hacer turnos para dormir. Éramos primerizos y el inicio fue duro. Estas son unas guerreras», bromea Jesús Mari.
Lo tienen claro. «Vivimos en una sociedad machista. Falta mentalizarse de que las niñas y la casa son un cargo de los dos, no solo de la madre». Así las cosas, Aitziber pide a la generalidad de los hombres que «se pongan en nuestros zapatos. Muchas veces no perciben la desigualdad en la que vivimos, pero claro que existe».
Su pareja reclama lo mismo. Le vienen a la mente esas palabras de amigos y conocidos cuando le dicen lo bonito que es la paternidad, pero Jesús Mari se pregunta si saben lo que esto implica. «Normalmente los que hablan así no pasan mucho tiempo con sus hijos, que están más con sus madres y abuelos. Es precioso ser padre, como ser madre, pero hay que vivir la experiencia al completo», recapacita.
Jesús Mari, a quien tanto le gustan los coches y las motos, ahora pasa sus tardes y fines de semana «jugando a las muñecas, aunque no sé sí me gusta demasiado», ríe. También suele ir a andar en bici o al parque. Estas actividades forman parte de su día a día como padre, al igual que de la vida cotidiana de Aitziber.
«Cuando acompaño al baño a las niñas, en ocasiones noto miradas fuera de lugar»
jesús mari aginaga
Quieren continuar así hasta que consideren que sus hijas han alcanzado la edad idónea para poder valerse por sí mismas, aunque «sin perdernos ninguna de las etapas de sus vidas. Es una frase hecha, muy típica, pero solo se vive una vez. Ellas y nosotros». Por eso, ninguno de los dos tiene problemas para hacer lo que les toque en cada momento. Si hay que preparar la cena, se cocina; si hay que jugar a papás y mamás, se juega, y si hay que ir a llevarles y traerles del cole, se va.
Aitziber y Jesús Mari tienen muy interiorizado lo que implica ser una familia, «repartirnos las responsabilidades de la misma manera entre los dos». Les gustaría que la sociedad avanzara hacia esta idea y mientras tanto anima a quienes lo duden a «dar el paso, aunque no sea fácil».
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