exclusión, pobreza y género
Día Internacional de la Mujer ·
joseba zalakain
Viernes, 8 de marzo 2019, 06:38
La relación entre pobreza, exclusión y genéro es menos obvia de lo que en primera instancia se tiende a creer. De hecho, durante la crisis ... la pobreza ha crecido más entre entre los hombres que entre las mujeres y, en 2017, la tasa de pobreza femenina sólo superaba en un 5% a la masculina. La relación entre la pobreza y género se observa mejor cuando analizamos estas realidades en función del sexo de la persona sustentadora principal de los hogares: en Euskadi, la tasa de pobreza de los hogares encabezados por mujeres (11,2%) casi duplica a la que se da entre los hogares encabezados por hombres (5,4%). Además, el 51% de los hogares en situación de exclusión social están sustentados por mujeres, cuando representan apenas el 37% de todos los hogares vascos.
Esta mayor presencia de los hogares sustentados por mujeres en el espacio social de la exclusión se debe al impacto negativo que el funcionamiento del mercado de trabajo y del sistema de protección social tienen en las condiciones de vida de las mujeres. Más allá de la brecha salarial, las mujeres están más expuestas a la precariedad y la pobreza laboral: jornadas parciales indeseadas, temporalidad, salarios bajos, trayectorias laborales discontinuas… A su vez, el sistema de prestaciones sociales protege mejor a aquellos que tienen o han tenido trayectorias laborales continuadas y bien remuneradas (es decir, a los hombres).
Tampoco hay que olvidar que el riesgo de sufrir situaciones de exclusión social extrema es mayor entre los hombres que entre las mujeres. Sin embargo, cuando se llega a esas situaciones las mujeres suelen hacerlo en condiciones mucho peores y los servicios de atención no suelen estar adaptados a sus necesidades específicas. Y tampoco debe olvidarse que las diferencias de género están dando paso a otras divisorias -la edad, el origen o el estatus socioecomómico de la familia de procedencia− tanto o más determinantes. Las políticas públicas no deben desatender esa realidad ya que, como señala la investigadora Marga León, unas políticas de igualdad que ignoren los factores sociales y generacionales pueden, sin saberlo, ahondar en las desigualdades.
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