La pregunta del millón
En el debate de anoche, el candidato socialista a la reelección Pedro Sánchez, que no pudo ocultar en su rostro la tensión que supone ser ... diana de casi todos los dardos, volvió a eludir varias preguntas que durante esta minicampaña persiguen con empeño al PSOE desde la derecha. «¿España es una nación? ¿Cuántas naciones tiene España?», preguntó el líder del PP, Pablo Casado, al candidato socialista. Y sorprendentemente no hubo contestación nítida después de que esta misma batería de interrogantes la soportara el pasado viernes la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, y con la misma suerte que su jefe. Sánchez no supo aclarar ni contestar la verdadera postura de los socialistas en lo que se refiere al modelo territorial. Sánchez, con la crisis catalana abierta en canal tras unas virulentas jornadas de violencia callejera como rechazo a la sentencia del procés, parece que prefiere regatear este flanco sensible a posicionarse sobre el Estado federal que, por ejemplo, contemplaba la Declaración de Granada que aprobó su partido hace seis años o la España plurinacional que los mismos socialistas -PSC incluido- pusieron sobre la mesa en la Declaración de Barcelona en 2017. Enfoques parecidos pero con diferentes matices que, por incómodos, el propio Sánchez quiso sortear en su programa electoral, pero que Iceta exigió que se añadieran. Sánchez, a pesar de que sabía que iba a ser acorralado con estas preguntas, prefirió eludirlas y dejar la sombra de la duda sobre una cuestión considerada estratégica.
El líder socialista, que tampoco contestó a Casado si va a pactar con Torrra y Otegi, acabó sin apenas rasguños de consideración el debate dialéctico porque sus adversarios apenas le hicieron tambalearse sobre la lona. Casado, que se jugaba el todo por el todo, apretó al principio, pero no logró un golpe de efecto. El líder naranja -que sacó de su 'chistera' un adoquín utilizado en los incidentes de Barcelona- intentó ganar terreno, pero se le vio hipotecado por su actitud en la pasada legislatura por no impedir el último bloqueo. Iglesias cumplió su papel, aunque más apagado que en abril, y Abascal, al que Sánchez le echó en cara que quiera ilegalizar al PNV, debutó sin sorprender. Este debate no pasará a la historia.
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