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El beso de Inés

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Martes, 12 de noviembre 2019, 06:16

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Albert Rivera no tenía más salida ayer que dimitir y abandonar el barco de Ciudadanos, que situó en lo alto de la nueva política y ... que también él mismo llevó casi al naufragio tras un rosario de decisiones erráticas que internamente tuvieron una respuesta con portazos sonoros de destacados dirigentes al devenir del partido naranja. El rosario de dimisiones que se han registrado en los últimos meses dentro de la formación liberal telegrafiaba con nitidez el resquebrajamiento paulatino que se vivía dentro del partido por muchas cuestiones, pero sobre todo por el desaforado 'no es no' que machaconamente pronunciaba un Rivera que se empecinaba en embarrar el tablero político para que no hubiera partido. Y así fue. Los liberales que dejaron la formación lo hicieron con sonoros portazos y su marcha era tan traumática que algunos de ellos renunciaron a sus actas de diputados y se esfumaron de la vida política. Rivera, que no ejerció de bisagra y de partido facilitador con el bloqueo en el que se sumió Sánchez, y siguió el mismo camino que Rajoy, a quien por lo bajinis puso alfombra roja para que desalojara el Gobierno por medio de una moción, aunque a última hora le apoyó. Su facilidad para la prestidigitación política ha sido castigada como no se recordaba en los anales de la politica española, salvo el cacharrazo que se dio la UCD de Suárez en 1982 al perder 157 escaños. En eso también ha querido 'emular' a su siempre venerado referente político.

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