El PNV prescinde de Urtaran y apuesta por Artolazabal para la Alcaldía de Vitoria
El BEI, el temor a que se «queme» en el Ayuntamiento y los sondeos han sido determinantes | Ramiro González, candidato a diputado general
El PNV ha decidido prescindir de Gorka Urtaran como candidato a alcalde de Vitoria. El regidor que ganó las últimas elecciones municipales aupando a su ... partido de la cuarta a la primera posición no repetirá en las urnas por decisión de la Ejecutiva jeltzale en Álava, según ha podido saber EL CORREO. El PNV apuesta por Beatriz Artolabal (Vitoria, 1970), actual consejera de Justicia y Políticas Sociales en el Gobierno de Iñigo Urkullu, para lograr la 'makila' que otorgaría a los nacionalistas su tercera legislatura consecutiva al frente del Consistorio de la capital. En la decisión no sólo habría pesado el 4,5 de nota obtenida por Urtaran hace escasamente una semana en el Sociómetro del Gobierno vasco y el ajustado respaldo que logra en otras encuestas internas. También, su arriesgada apuesta por la movilidad con la llegada del BEI y el temor del partido a que su «principal activo» en la provincia acabe «triturado» en la vorágine municipal. La decisión se ha tomado 'in extremis', apurando al máximo los plazos anunciados por el Araba buru batzar (ABB) en un proceso que ha tenido un importante desgaste personal para Urtaran que, a diferencia de los candidatos de Bilbao y San Sebastián, no ha conocido hasta hoy mismo su futuro.
El Araba buru batzar (ABB) elige a una política con experiencia acreditada en distintos cargos públicos: en el propio Ayuntamiento fue concejala entre 2000 y 2007 y en la Diputación también fue diputada de Servicios Sociales los años 2015 y 2016. Y, de paso, corrige ese déficit de candidaturas femeninas que se le ha reprochado durante años. Cambia así su apuesta para Vitoria, pero no para el Gobierno foral. Porque Ramiro González (Burgos, 1962) repite como aspirante. Y con la perspectiva de convertirse también en el único diputado general en la historia de la institución que encadena tres mandatos.
El Araba buru batzar (ABB) ha desahojado finalmente hoy la margarita tras un «proceso de reflexión» largo (de meses) y cargado de especulaciones, alimentadas por las dudas que ha generado el alcalde. Urtaran es «un valor» para el partido, según fuentes de la formación, que temen «se termine de quemar» si continúa una legislatura más al frente de una complicada institución donde ninguna formación ha conseguido gobernar con mayoría absoluta. Ni siquiera José Ángel Cuerda. En los últimos 15 años se han sucedido cuatro alcaldes de diferentes siglas: Alfonso Alonso (PP), Patxi Lazcoz (PSE), Javier Maroto (PP) y el propio Gorka Urtaran (PNV). Cuatro legislaturas condenadas a pactos y acuerdos continuos.
Con el anuncio de esta tarde, José Antonio Suso, presidente del ABB, ha cumplido con el plazo que se marcó públicamente para la fumata blanca –«finales de octubre o, como muy tarde, principios de noviembre»–. Y también con el objetivo de no desvelar sus cartas hasta recabar información suficiente sobre el 'punch' de sus actuales cargos entre la ciudadanía a golpe de sondeos.
Era la estrategia que estaba sobre la mesa. Y la que ha llevado a cabo. Pero el silencio oficial del partido todas estas semanas ha supuesto un «enorme desgaste personal» para Urtaran y también para Ramiro González, cuyo nombre ha entrado en las posibles quinielas.
Sociólogo de profesión e hijo de la carismática jeltzale María Jesús Aguirre, exdiputada foral de Bienestar Social y exconcejala con Cuerda, Urtaran se estrenó como alcalde el 13 de junio de 2015 y encaró una primera legislatura casi de prestado. Con sólo cinco concejales y el empuje de EH Bildu desbancó al popular Javier Maroto, que había ganado las elecciones. Tras aquel 'ensayo', devolvió al PNV a lo más alto del podio en la cita con las urnas de 2018. Gorka Urtaran fue el más votado, pero sin mayoría absoluta. Así que gobierno de coalición insuficiente (trece concejales en la suma con el PSE) que ha requerido jugar al equilibrio permanente con Podemos en temas vitales como la aprobación de los presupuestos o el plan general de ordenación urbana, la herramienta urbanística de mayor rango en el Ayuntamiento que define los crecimientos de la ciudad para las próximas dos décadas.
La pandemia dilapidó gran parte de su calendario transformador para Vitoria. No le ha dado tiempo a que la ciudad asimile el impacto de uno de los proyectos más controvertidos: el BEI. El autobús eléctrico ha terminado congestionando aún más el tráfico en el Sur y obligado al alcalde a asumir la construcción de un nuevo vial con el rechazo frontal de ecologistas y sus socios de Podemos.
También ha ensombrecido su gestión el 'apagón' comercial del centro, como en tantas ciudades de tamaño medio, pero en el caso de Vitoria, agudizado por el fallido proyecto de Urteim. La manzana de oro se ha convertido esta legislatura en patata caliente, con numerosas aperturas recientes, sí, pero no del brillo y el alcance prometidos hace más de cinco años cuando el empresario Juan María Uriarte compró todos los locales para revolucionar la vida comercial del centro, donde el tren de alta velocidad tampoco termina de llegar.
Artolazabal, omnipresente
Que las dudas del partido envolvían a Urtaran es algo que distintos sondeos vienen apuntalando desde hace tiempo. Algunos sociómetros del Gobierno vasco han revelado durante la legislatura que no alcanzaba si quiera el aprobado raspado de los electores. Y el partido en Álava lo comprobaba directamente con otra encuesta realizada recientemente por Gizaker. El test telefónico trascendió y con él varios nombres de 'futuribles'.
Por supuesto, el de Beatriz Artolazabal que desde hace meses se había convertido en una figura omipresente en diferentes actos públicos. Estos últimos días se ha multiplicado en Vitoria y la provincia. Llegó incluso a ser la única representante política que entrega un premio en la gala final del FesTVal de la que, por cierto, se ausentó el alcalde. Artolazabal, en todo caso, se enfrentaba a un 'pero'. El caso de abuso a menores tutelados por la Diputación se destapó en 2016 cuando ella era la responsable foral de Servicios Sociales. Y el juicio, pendiente de sentencia, se celebraba hace escasas semanas, lo que reactivaba la controversia sobre la responsabilidad y la gestión públicas. El partido entiende superado el asunto.
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