Elecciones forales y municipales
Sánchez avaló un rápido pacto PNV-PSE para facilitar un futuro respaldo jeltzale en MadridEl presidente busca frustrar una aproximación entre los nacionalistas y el PP de Feijóo que Sabin Etxeano descarta tras el 23-J, siempre que Vox quedase fuera de la operación
Las elecciones del 28 de mayo han sacudido por completo el tablero político vasco y el español. Los resultados, que han debilitado al PNV y ... han fortalecido a EH Bildu, han afianzado la alianza entre los jeltzales y el PSE en detrimento de la izquierda independentista que, pese a su notable avance, no podrá gobernar la Diputación de Gipuzkoa ni el Ayuntamiento de Vitoria.
El anticipo electoral ha terminado por trastocar el mapa. El afianzamiento del eje PNV-PSE estrangula la posibilidad a corto y medio plazo de un eje alternativo de izquierdas en Euskadi entre EH Bildu, el PSE y Elkarrekin Podemos liderado por la izquierda abertzale. Un escenario que podría cristalizar si finalmente EH Bildu logra madurar como alternativa de poder. El mismo Sánchez ha avalado la apuesta del PSE por forjar un rápido acuerdo con el PNV para facilitar un futuro respaldo jeltzale en Madrid y dificultar una aproximación entre los nacionalistas y el PP de Alberto Núñez Feijóo que Sabin Etxea no descarta después del 23-J siempre y cuando Vox quedase fuera de la operación.
De hecho, el presidente del Gobierno ha anticipado la disolución de la legislatura para evitar una 'agonía' en los próximos meses que sólo contribuyese a desgastarlo más. De entrada, por parte de sus socios a la izquierda, que preparan un acuerdo Sumar-Podemos. Pero también de los partidos nacionalistas, que han sido el sostén parlamentario de Sánchez en la pasada legislatura, y que han iniciado un desmarque táctico del presidente que tiene dos razones de fondo.
Las claves
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La primera tiene que ver con la táctica electoral. Los jeltzales temen como un nublado el efecto del voto útil que Sánchez puede utilizar frente al bloque PP-Vox y que puede restarles seriamente margen de maniobra electoral. El segundo es el malestar por la displicencia con la que creen que, en el fondo, ha utilizado con ellos el propio Sánchez. No sienten que hayan sido un socio estratégico preferente y se muestran decepcionados por el incumplimiento de compromisos en materia de transferencias para culminar el Estatuto y por la no materialización de otros acuerdos que en su día formaron parte del pacto de investidura y que tiene que ver con el reconocimiento de los diferentes sentimientos de identidad nacional y la reflexión sobre un nuevo modelo territorial de Estado.
El malestar jeltzale tiene que ver con otras razones que ya afloraron durante la propia gestión de la pandemia. El lehendakari Urkullu criticó entonces el exceso de intervencionismo del Ejecutivo central. La censura de los nacionalistas vascos se dirige a una ofensiva recentralizadora del Estado, una 'invasión silenciosa' frente a la capacidad legislativa del Parlamento Vasco.
Los mayores exponentes de este desencuentro fueron en su momento la nueva ley de la reforma laboral, la Ley de Vivienda y la Ley de Familias. En el primer caso, el reproche iba dirigido a la ausencia, en la iniciativa, de un espacio para la prevalencia del marco autonómico en los convenios colectivos. En las dos últimas, el PNV ha denunciado «una invasión competencial sin precedentes», que explicaría su rechazo a la misma. En ese sentido, EH Bildu se opone a esta interpretación y niega que la Ley de Vivienda albergue un peligro para el autogobierno vasco. EH Bildu enmarca la estrategia del PNV en una 'sobreactuación' para sacar la cabeza.
El posibilismo de EH Bildu
Para EH BIldu, el anticipo no va a quebrar su mensaje de izquierda social, negociadora y posibilista, que ha funcionado bien. EH Bildu quiere mantener su influencia estratégica en la próxima legislatura junto con Esquerra Republicana de Catalunya. Pero para eso necesita que los números hagan que el independentismo de izquierdas sea necesario en la sala de máquinas de la gobernabilidad del Estado.
Este escenario que puede situar a EH Bildu en el timón de la dirección del Estado choca con tres factores. El primero es una sensación creciente en el PSOE de que el acercamiento político hacia EH Bildu ha tenido un coste electoral mayor de lo esperado en determinados territorios, en los que el electorado socialista ha sido sensible a esa crítica del PP. No es el caso de Cataluña ni tampoco del País Vasco.
El segundo elemento que explica la dificultad de esa relación tiene que ver con la llegada de Yolanda Díaz al timón de un futuro pacto Sumar-Podemos. La vicepresidenta prefiere una mayor distancia respecto a las izquierdas independentistas. El tercer obstáculo tiene que ver con una previsible radicalización de ERC, que, tras el varapalo electoral del pasado domingo, iniciará un acercamiento hacia Junts en clave independentista. Una ERC más dura en Madrid puede complicar el juego a EH Bildu en el Congreso.
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